DRACULA (1931)

“I never drink… wine”

El 14 de febrero de 1931, los espectadores del Roxy Theatre de Nueva York asistieron al estreno de una película distinta a todo lo que habían visto. Un conde de mirada hipnótica, acento extranjero y movimientos calculados aparecía envuelto en capa negra para pronunciar una de las frases más citadas del cine: “I never drink… wine” (“Nunca bebo… vino”).

Con Drácula, Universal inauguró el ciclo de monstruos clásicos y convirtió a Bela Lugosi en leyenda, aunque también en prisionero de un papel del que nunca escapó.


Universal y la apuesta por el terror sonoro

La novela de Bram Stoker (1897) ya había inspirado en 1922 el clásico alemán Nosferatu de F.W. Murnau, que fue perseguido judicialmente por la viuda de Stoker. En los años 20, Hamilton Deane en Inglaterra y John L. Balderston en EE. UU. habían adaptado el libro al teatro con gran éxito.

Universal compró los derechos de esa obra teatral (no de la novela directamente) en 1930. La elección fue lógica: en plena transición al cine sonoro, un material con muchos diálogos y situaciones teatrales resultaba más fácil de adaptar que una narración gótica compleja.

Carl Laemmle Jr., decidido a dar prestigio a Universal, confió en Tod Browning, director con fama gracias a sus colaboraciones con Lon Chaney (The Unknown, London After Midnight). Sin embargo, la muerte de Chaney en 1930 cambió el rumbo: el estudio necesitaba a otro actor para encarnar al vampiro.


Bela Lugosi: del teatro a la eternidad

El papel de Drácula lo obtuvo Bela Lugosi, actor húngaro que ya lo había interpretado más de 500 veces en Broadway en la versión de Balderston. Su acento marcado, su mirada intensa y su porte aristocrático le daban un aura exótica que encajaba con la imagen del conde transilvano.

Aunque Universal dudó de su capacidad como estrella de cine (y le pagó un salario muy inferior al de otros protagonistas), Lugosi quedó inmortalizado: capa negra, pelo engominado, manos alzadas con gesto hipnótico y un inglés extraño pero fascinante.

El destino fue cruel: su identificación con el personaje le impidió obtener otros papeles de peso, y pasó el resto de su vida encasillado. Murió en 1956 vestido con la capa de Drácula, cumpliendo así una especie de profecía cultural.


Karl Freund y la cámara que respira

Aunque Browning figura como director, muchos estudiosos coinciden en que el verdadero artífice visual fue Karl Freund, director de fotografía alemán que había trabajado en Metrópolis (1927). Freund introdujo un estilo expresionista, con encuadres en diagonal, sombras marcadas y movimientos de cámara poco habituales en Hollywood.

La película está llena de imágenes icónicas:

  • El carruaje que lleva a Renfield al castillo, rodado con sobreimpresiones y efectos atmosféricos.

  • El interior del castillo, con escaleras monumentales, telarañas gigantes y murciélagos en miniatura.

  • Los primeros planos de Lugosi, iluminado con un haz de luz directo en los ojos, que subraya su mirada hipnótica.


Dwight Frye: el verdadero loco

Si Lugosi es la encarnación del vampiro aristocrático, Dwight Frye como Renfield se lleva buena parte del mérito. Su risa histérica, sus gestos animales y su transformación de notario respetable a sirviente lunático lo convierten en uno de los secundarios más recordados del cine de terror.

Su interpretación marcó la representación del “esbirro loco” en el género durante décadas.


Escenas memorables

  • La llegada al castillo: un carruaje espectral recoge a Renfield y lo conduce hasta el interior de un castillo donde todo parece muerto.

  • El banquete con Drácula: el conde ofrece hospitalidad con cortesía siniestra. Cuando afirma “Nunca bebo… vino”, el público de 1931 comprendió inmediatamente el doble sentido.

  • El barco Varna: escenas documentales de un barco fantasma que arriba al puerto, con Renfield desquiciado entre cadáveres.

  • La confrontación final: Van Helsing clava la estaca fuera de cámara, mientras la cámara se queda en Mina y John, oyendo los gritos del conde. Una elección sobria que potencia el terror.


Censura y cortes

Drácula sufrió varios recortes en distintos reestrenos. En 1938, ante las normas del Código Hays, se eliminaron o suavizaron momentos de violencia (sonidos de empalamiento) y sensualidad. Solo en ediciones modernas se han recuperado fragmentos ausentes.

La versión que circuló en España y América Latina incluía además una particularidad: una segunda versión rodada en castellano, filmada de noche en los mismos decorados, con otro reparto encabezado por Carlos Villarías. Esta versión, más larga y visualmente más atrevida, se considera hoy una joya del cine hispano.


Recepción en 1931

El estreno en el Roxy de Nueva York fue un éxito arrollador: la película recaudó más de 700.000 dólares solo en EE. UU., multiplicando por diez su presupuesto. La crítica la calificó de “espectáculo macabro y fascinante”.

El público quedó hipnotizado por Lugosi, que pasó a ser un icono inmediato. Universal, por su parte, descubrió que el terror podía ser tan rentable como los melodramas o los musicales.


Lectura simbólica

Drácula refleja varios miedos y obsesiones de su tiempo:

  • El extranjero invasor: Drácula llega de Europa del Este para corromper a mujeres estadounidenses.

  • Sexualidad reprimida: las mordidas del vampiro se leen como metáforas eróticas.

  • El poder de la ciencia y la fe: Van Helsing representa la racionalidad médica, mientras que las estacas y crucifijos apelan a la tradición religiosa.


Legado

  • Inauguró oficialmente la saga de monstruos de Universal.

  • Dio al cine la imagen definitiva del vampiro aristocrático.

  • Encumbró a Bela Lugosi, aunque también lo condenó a la repetición.

  • Fue incluido en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso (2000).

  • Inspiró decenas de adaptaciones: desde Horror of Dracula (1958) de Hammer con Christopher Lee hasta Dracula (1992) de Coppola.


Drácula (1931) es el punto de partida del terror clásico en Hollywood. Su estética teatral puede parecer hoy estática, pero su atmósfera sigue siendo poderosa, y la interpretación de Bela Lugosi permanece como uno de los retratos más inolvidables del cine.

Con ella, Universal descubrió que el miedo podía ser negocio y arte a la vez. El conde transilvano, con su capa y su acento hipnótico, sigue acechando desde la penumbra: eterno, elegante y letal.


LA PELÍCULA EN IMÁGENES






































Ficha técnica

  • Título original: Dracula

  • Año: 1931

  • País: Estados Unidos

  • Director: Tod Browning

  • Productor: Carl Laemmle Jr. (Universal Pictures)

  • Guion: Garrett Fort, basado en la obra teatral de Hamilton Deane y John L. Balderston (adaptación de la novela Drácula de Bram Stoker, 1897)

  • Fotografía: Karl Freund

  • Diseño de producción: Charles D. Hall

  • Maquillaje: Jack Pierce

  • Reparto: Bela Lugosi (Conde Drácula), Helen Chandler (Mina Seward), David Manners (John Harker), Dwight Frye (Renfield), Edward Van Sloan (Profesor Van Helsing)

  • Duración: 75 minutos

  • Estreno: 14 de febrero de 1931 (Roxy Theatre, Nueva York); estreno general, marzo de 1931