EL BAILE DE LOS VAMPIROS (1967)

Una sátira barroca y grotesca

A mediados de los años sesenta, el cine de terror vivía un momento de transformación. La Hammer Films británica seguía dominando el panorama con sus góticos vampíricos protagonizados por Christopher Lee, pero al mismo tiempo surgían nuevas corrientes que cuestionaban el clasicismo de los monstruos tradicionales. En ese contexto, Roman Polanski, recién salido del impacto que supuso Repulsión (1965), sorprendió con una propuesta singular: un film de vampiros que, en lugar de seguir los cánones del terror puro, se presentaba como una sátira barroca y grotesca, mezcla de comedia, homenaje y parodia.

El resultado fue The Fearless Vampire Killers (1967), rebautizada en España como El baile de los vampiros, título mucho más evocador que el larguísimo original norteamericano. La película, con su estética entre cuento de hadas macabro y caricatura gótica, ha sobrevivido como obra de culto. Aúna humor absurdo, atmósfera gótica, romanticismo desencantado y un final sorprendentemente pesimista.


Argumento 

La historia arranca con el excéntrico profesor Abronsius, un anciano estudioso obsesionado con probar la existencia de los vampiros. A su lado viaja su torpe asistente, Alfred, un joven tímido e ingenuo. Ambos llegan a una región nevada de la Transilvania más remota, donde pronto descubren que los lugareños rehúsan hablar de vampiros… aunque todos los indicios apuntan a su presencia.

Se instalan en la posada del judío Shagal, donde Alfred queda prendado de la joven Sarah, hija del posadero. Pero Sarah es raptada por el enigmático Conde von Krolock, un vampiro aristocrático que habita en un castillo cercano con su hijo Herbert. Abronsius y Alfred se adentran en el castillo para rescatarla. Allí, entre pasillos interminables, mazmorras y salones iluminados por candelabros, se desarrolla un baile de vampiros que culmina en un clímax macabro: en lugar de salvar el día, los héroes liberan sin querer el mal, propagando el vampirismo más allá de Transilvania.


Producción y rodaje

Roman Polanski concibió El baile de los vampiros como un capricho personal tras el éxito internacional de Repulsión. Deseaba rodar algo totalmente distinto: colorista, con decorados recargados, humor negro y guiños al cine que había marcado su infancia. El guion lo escribió junto a Gérard Brach, colaborador habitual.

La MGM se interesó por el proyecto, esperando un film comercial que pudiera aprovechar la moda Hammer. El rodaje tuvo lugar en Austria (Tirol) para los exteriores nevados y en estudios Cinecittà de Roma para los interiores, donde se recrearon los pasillos y salones del castillo.

La fotografía de Douglas Slocombe, con un uso intensivo de los tonos fríos y los contrastes entre el rojo y el blanco, da al film su aspecto de viñeta gótica de cómic. El diseño de producción se inspiró en los escenarios Hammer, pero llevado a la caricatura y con un punto deliberadamente grotesco.

La música corrió a cargo de Krzysztof Komeda, colaborador y amigo de Polanski, que ya había compuesto para Repulsión. Su partitura refuerza el tono ambiguo: unas veces ligera y casi cómica, otras sombría y melancólica.


Personajes y actores

Uno de los grandes aciertos del film es su galería de personajes, que oscilan entre la caricatura y lo siniestro:

  • El profesor Abronsius (Jack MacGowran): caricatura del científico obsesivo, siempre encorvado, frágil y ridículo. Representa la inutilidad de la ciencia ante lo sobrenatural cuando se lleva al extremo del dogma.

  • Alfred (Roman Polanski): el verdadero protagonista. Tímido, torpe y enamorado de Sarah, es incapaz de convertirse en héroe. Su figura encarna la anti-épica y conecta con el humor absurdo del director.

  • Sarah (Sharon Tate): el centro romántico de la trama. Su belleza y fragilidad son el motor de Alfred, pero su destino fatal añade un aire trágico. La actriz quedó inmortalizada en este papel, ya que apenas dos años después sería asesinada por la familia Manson.

  • Conde von Krolock (Ferdy Mayne): vampiro aristocrático, elegante y decadente, mezcla de Drácula de Stoker y de los condes decadentes de la Hammer. Polanski lo retrata como un ser a la vez fascinante y repulsivo.

  • Herbert von Krolock (Iain Quarrier): hijo del conde, aporta un matiz novedoso: un vampiro homosexual que pone en apuros al tímido Alfred. Esta inclusión fue audaz para los años 60 y añade otra capa de parodia.

  • Shagal (Alfie Bass): el posadero judío, convertido en vampiro tras ser mordido. Su personaje mezcla comedia grotesca con un toque de sátira social.


Temas y simbolismo

Aunque en apariencia es una parodia ligera, El baile de los vampiros contiene múltiples niveles de lectura:

  • La parodia del terror gótico: se exageran los tópicos (murciélagos de goma, castillos imposibles, crucifijos) para subrayar su ridiculez.

  • El pesimismo polanskiano: pese al tono cómico, el final es oscuro. En lugar de vencer, los protagonistas contribuyen a expandir el mal.

  • Erotismo y represión: Sarah simboliza la atracción y el deseo, mientras que Alfred encarna la represión. El vampirismo se presenta como metáfora de la liberación erótica, aunque condenada.

  • La decadencia aristocrática: el conde y su corte son restos de un orden feudal que se niega a morir, retratados como ruinas vivientes.


Estreno y censura

La película fue estrenada en Europa con una duración de 108 minutos, la versión aprobada por Polanski. Sin embargo, en Estados Unidos la MGM decidió recortar el metraje a 91 minutos, añadir una animación introductoria y suavizar el humor, intentando acercarla al público juvenil. Polanski protestó enérgicamente contra este montaje, al que siempre consideró una traición.

En España se estrenó en 1968 bajo el título El baile de los vampiros, conservando el montaje europeo.


Recepción crítica

En su estreno, la película desconcertó:

  • Parte de la crítica la acusó de ni ser suficientemente terrorífica ni suficientemente cómica.

  • Otros la valoraron como una sátira inteligente y visualmente deslumbrante.

  • El público general no respondió con entusiasmo, y en taquilla fue un fracaso relativo.

Con el paso de las décadas, sin embargo, ha adquirido el estatus de obra de culto. Hoy se aprecia como una de las películas más originales sobre vampiros de los 60, a medio camino entre la Hammer, la comedia absurda y la mirada existencial de Polanski.


Legado

  • Marcó el inicio de la relación personal y artística entre Polanski y Sharon Tate.

  • Fue una de las primeras películas que parodiaron de forma consciente el universo Hammer, abriendo camino a obras posteriores como El jovencito Frankenstein (1974).

  • Su desenlace anticipa el tono pesimista de otros films de Polanski, donde el mal nunca es derrotado.

  • Hoy se estudia como un puente entre el cine gótico clásico y las revisiones irónicas de los años 70.


Curiosidades

  • Los exteriores nevados se rodaron en el Tirol austríaco en condiciones extremas de frío.

  • Polanski reservó para sí el papel de Alfred porque no encontraba un actor que transmitiera la torpeza que buscaba.

  • Sharon Tate fue propuesta inicialmente por la MGM, pero Polanski acabó fascinado por ella. Su relación sentimental comenzó durante el rodaje.

  • El vestuario del baile final se inspiró en retratos de la nobleza europea del siglo XVIII.

  • En algunos países se estrenó con títulos alternativos, como Dance of the Vampires en Alemania.


Conclusión

El baile de los vampiros no es solo una parodia, sino una película de transición que supo jugar con la iconografía gótica heredada de la Universal y la Hammer para darle la vuelta en clave de humor negro y sátira visual. Polanski construye un cuento macabro en el que los héroes son torpes y el mal no desaparece, sino que se multiplica, lo que conecta con la visión pesimista de gran parte de su cine posterior.

La belleza de Sharon Tate, la comicidad absurda de Polanski y MacGowran, la atmósfera decadente del castillo y la elegancia inquietante de Ferdy Mayne componen una obra singular, que funciona tanto como homenaje al cine de vampiros como crítica a sus clichés.

Hoy, con la distancia del tiempo, se revela como una película adelantada a su época: una comedia gótica que no busca únicamente la risa, sino que introduce un poso de fatalismo que la diferencia de otras parodias posteriores. Por todo ello, El baile de los vampiros ocupa un lugar privilegiado en la historia del cine fantástico, y sigue siendo imprescindible tanto para los amantes del género vampírico como para quienes quieran entender la evolución del terror en los años sesenta.


Bibliografía y fuentes

  • Polanski, Roman: Roman by Polanski. Heinemann, 1984.

  • Hutchings, Peter: The Horror Film. Pearson, 2004.

  • Rigby, Jonathan: English Gothic. Classic Horror Cinema 1897–2015. Signum, 2015.

  • BFI (British Film Institute): dossier sobre The Fearless Vampire Killers.

  • Hemeroteca de La Vanguardia, 1968: críticas en España.

  • Documental Roman Polanski: Wanted and Desired (2008).


LA PELÍCULA EN IMÁGENES


























Ficha técnica

  • Título en español: El baile de los vampiros

  • Título original: The Fearless Vampire Killers or Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck

  • Año de estreno: 1967

  • País: Reino Unido

  • Director: Roman Polanski

  • Guion: Roman Polanski, Gérard Brach

  • Producción: Gene Gutowski para Metro-Goldwyn-Mayer y Cadre Films

  • Fotografía: Douglas Slocombe

  • Música: Krzysztof Komeda

  • Montaje: Alastair McIntyre

  • Duración: 108 min (versión europea) / 91 min (EE.UU.)

  • Reparto principal:

    • Jack MacGowran (profesor Abronsius)

    • Roman Polanski (Alfred)

    • Sharon Tate (Sarah Shagal)

    • Ferdy Mayne (Conde von Krolock)

    • Alfie Bass (Shagal)

    • Jessie Robins (Rebecca Shagal)

    • Iain Quarrier (Herbert von Krolock)