PHANTASMA (1979)

Tall Man y las esferas asesinas

A finales de los años setenta, el cine de terror estadounidense atravesaba una mutación fascinante. Tras el éxito de La matanza de Texas (1974) y Halloween (1978), el género se inclinaba hacia el slasher, con asesinos enmascarados, sangre y fórmulas cada vez más reconocibles. Pero entre la ola de productos que buscaban repetir la fórmula del miedo inmediato, surgió una película extraña, inclasificable, que no se parecía a nada anterior: Phantasm (1979), dirigida por un joven Don Coscarelli con apenas 24 años.

Phantasm no era una historia lineal ni un relato de terror convencional. Era un viaje a la mente adolescente, un sueño febril en el que la frontera entre la vida y la muerte se disolvía. Su enemigo no era un asesino cualquiera, sino el Tall Man, un enterrador de aspecto espectral interpretado por Angus Scrimm, convertido en figura icónica del terror moderno. Su amenaza no se limitaba al cuerpo: era la destrucción de la lógica, la certeza de que la realidad podía doblarse como una pesadilla.

Con un presupuesto reducido de unos 300.000 dólares, rodada a lo largo de dos años en los márgenes de la industria, la película se convirtió en un éxito inesperado que recaudó más de 12 millones en Estados Unidos y se transformó en un film de culto universal, capaz de generar secuelas, debates y lecturas metafísicas durante décadas.

Más allá del horror sangriento o del susto fácil, Phantasm proponía una experiencia: un sueño cinematográfico donde el tiempo se fragmenta, los espacios se deforman y el espectador es arrastrado a una dimensión intermedia entre la vigilia y el delirio.


ARGUMENTO DETALLADO

La historia gira en torno a Mike, un adolescente huérfano que acaba de perder a sus padres y teme quedarse solo. Vive con su hermano mayor Jody, un joven músico que sueña con abandonar el pueblo y rehacer su vida lejos del cementerio familiar.

Tras la muerte repentina de un amigo cercano, Tommy, Mike descubre algo extraño en el funeral: el encargado de la funeraria, un hombre alto, demacrado y vestido de negro —el Tall Man—, parece poseer una fuerza sobrehumana, capaz incluso de levantar un ataúd como si no pesara nada. Intrigado y aterrado, Mike empieza a espiar el mausoleo local, el inquietante Morningside Mortuary, descubriendo que no es un lugar de descanso eterno, sino una puerta hacia otro mundo.

Dentro de los pasillos de mármol, Mike observa fenómenos imposibles:

  • Unas esferas metálicas voladoras, que persiguen a los intrusos y taladran sus cráneos en un estallido de sangre.

  • Extraños enanos encapuchados que acechan en las sombras, revelándose después como cadáveres humanos encogidos y transformados.

  • Una habitación blanca, con dos columnas brillantes que actúan como portal interdimensional, aspirando cuerpos hacia un desierto rojo en otra dimensión.

Poco a poco, Mike comprende la verdad: el Tall Man roba cadáveres, los comprime en esclavos enanos y los envía a su mundo para servirle como ejército. Con la ayuda de Jody y de Reggie, un vendedor de helados amigo de la familia, Mike intentará detener a la criatura.

La narración se alterna con momentos de pesadilla: Mike perseguido en un cementerio infinito, la visión de manos que lo atrapan bajo la tierra, encuentros con mujeres misteriosas que se transforman en monstruos. El final es ambiguo y devastador: tras creer que ha derrotado al Tall Man, Mike despierta… pero nada ha sido real, o quizás todo lo ha sido demasiado. En la última escena, el Tall Man lo espera en su habitación, susurrando: “Boy!” antes de arrastrarlo a la oscuridad.

El argumento, aparentemente lineal, está en realidad atravesado por la lógica del sueño. Lo que comienza como un relato de terror se convierte en un descenso hacia el inconsciente, donde los límites entre la vida, la muerte y la imaginación se borran.


PRODUCCIÓN: EL NACIMIENTO DE UN SUEÑO CINEMATOGRÁFICO

Don Coscarelli era un cineasta precoz que había rodado ya Jim, the World’s Greatest (1975) y Kenny & Company (1976), dos pequeñas películas independientes. Pero quería crear algo distinto, más cercano a las imágenes de su infancia: la fascinación por los cementerios, el miedo a la muerte y el poder de las pesadillas.

El guion de Phantasm nació de recuerdos personales y de visiones oníricas. Coscarelli quería un film que no dependiera solo de la lógica narrativa, sino de sensaciones: “No intenté escribir una historia clara —explicó—. Quería capturar la lógica de un sueño, donde las cosas no siempre tienen sentido, pero producen un terror visceral.”

El rodaje duró casi dos años, con interrupciones constantes por falta de dinero. Se filmaba los fines de semana, con amigos y colaboradores habituales. La funeraria Morningside se creó a partir de un mausoleo real en Oakland, mientras que las escenas en el desierto rojo se rodaron en un pequeño set iluminado con filtros rojos y humo.

La estrella fue Angus Scrimm, actor teatral que aportó su imponente altura (1,93 m) y su mirada penetrante al papel del Tall Man. Su sola presencia bastaba para generar inquietud. Scrimm improvisó parte de su lenguaje corporal: el andar rígido, los gestos lentos, la voz cavernosa. El grito “Boy!” se convirtió en su firma inmortal.

El reparto juvenil lo completaron A. Michael Baldwin como Mike, Bill Thornbury como Jody y Reggie Bannister como Reggie. Ninguno era conocido, pero su naturalidad encajaba en la atmósfera de realismo roto por lo fantástico. Reggie, con su guitarra y su camioneta de helados, aportaba un toque de humor excéntrico que sería fundamental en las secuelas.

Los efectos especiales fueron artesanales: las esferas metálicas fueron construidas en aluminio pulido y manipuladas con cables invisibles y cámara lenta. Una de las muertes más impactantes —la esfera perforando un cráneo y expulsando un chorro de sangre— se logró con una bomba manual y litros de líquido rojo. El resultado, tosco y a la vez hipnótico, se convirtió en una de las imágenes más recordadas del terror moderno.

La música, compuesta por Fred Myrow y Malcolm Seagrave, fue otro pilar. Un tema principal con ecos de caja de música y sintetizadores sombríos, a medio camino entre lo infantil y lo fúnebre, que reforzaba el tono onírico.


ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO Y TEMÁTICO

Phantasm no es una película de terror corriente: es un sueño filmado. Su estructura fragmentaria, sus transiciones abruptas y sus imágenes imposibles responden más a la lógica del subconsciente que a la narrativa clásica.

La figura del Tall Man encarna la muerte personificada, pero no como entidad abstracta, sino como fuerza invasora que rompe la realidad. Es el adulto aterrador frente al adolescente vulnerable. Mike, huérfano y temeroso de perder a su hermano, proyecta en él la pesadilla de quedarse solo, atrapado en un mundo sin protección.

Los enanos que surgen del cementerio son metáforas grotescas del destino de los muertos: cuerpos reducidos, deformados y esclavizados, como si la vida no tuviera más sentido que ser triturada por la maquinaria de la muerte.

La habitación blanca con los dos pilares actúa como símbolo del umbral, un espacio liminal entre mundos, entre la vigilia y el sueño, entre la vida y la otra dimensión. El desierto rojo del más allá recuerda tanto al planeta Dune como a un infierno metafísico, un lugar árido donde las almas se disuelven.

El film explora además la fragilidad de la adolescencia: la pérdida, el miedo al abandono, la transición hacia la adultez. Mike, que teme quedarse solo tras la marcha de Jody, convierte su duelo en una pesadilla interminable. El terror no es solo externo: está en su mente.

En su tono surreal, Phantasm se aproxima más a Suspiria (1977) o a Eraserhead (1977) que a Halloween. Sus imágenes —manos que brotan de la tierra, espejos que se rompen solos, pasillos infinitos— funcionan como símbolos freudianos, invitando a interpretar el film más como un sueño traumático que como un relato lógico.


RECEPCIÓN Y LEGADO

Estrenada en 1979, la película sorprendió a crítica y público. En un panorama dominado por slashers, Phantasm fue vista como una rareza hipnótica. El Los Angeles Times la definió como “una pesadilla filmada con poesía”. La revista Cinefantastique la celebró como una “revolución del horror independiente”.

En taquilla, su éxito fue inesperado: con apenas 300.000 dólares invertidos, recaudó más de 12 millones. Se convirtió en uno de los filmes de culto más rentables del terror moderno.

El público joven quedó fascinado por la figura del Tall Man y las esferas asesinas, que se transformaron en iconos de la cultura popular. El film inspiró secuelas (Phantasm II, 1988; Phantasm III: Lord of the Dead, 1994; Phantasm IV: Oblivion, 1998; Phantasm: Ravager, 2016) que expandieron el universo con más acción y mitología.

Críticos posteriores destacaron la influencia de Phantasm en cineastas como Sam Raimi (Evil Dead) y Wes Craven, y en videojuegos como Silent Hill, donde los espacios oníricos y el terror psicológico remiten claramente a Coscarelli.


CURIOSIDADES

  • Don Coscarelli escribió, dirigió, montó y produjo la película, siendo uno de los primeros autores totales del terror independiente.

  • El título original iba a ser The Never Dead, pero se cambió por Phantasm, palabra ambigua que remitía a fantasmas, ilusiones y pesadillas.

  • Angus Scrimm trabajaba como periodista musical antes de ser actor, y adoptó su imponente nombre artístico para la película.

  • La esfera metálica fue pulida a mano por un técnico local y manipulada con simples ganchos y cámara lenta.

  • El grito “Boy!” fue idea de Scrimm, que lo pronunció con tal intensidad que Coscarelli decidió usarlo como sello del personaje.

  • El desierto rojo del otro mundo se rodó en un pequeño almacén, con arena, filtros y ventiladores.

  • La furgoneta de Reggie era realmente la de Bannister, que aportó además canciones propias a la banda sonora.

  • El film fue censurado en algunos países por la brutalidad de la esfera taladrando cráneos.


CONCLUSIÓN

Phantasm es más que una película de terror: es un rito de paso cinematográfico, una meditación sobre la muerte y la adolescencia disfrazada de pesadilla fantástica. Don Coscarelli, con medios mínimos, creó un universo propio, inquietante y lírico, donde el miedo nace de lo inexplicable, no de lo explícito.

Su fuerza radica en su ambigüedad: ¿es todo un sueño de Mike? ¿Es el Tall Man una metáfora del trauma? ¿O es un ser real que atraviesa dimensiones? La película nunca responde, porque lo importante no es la lógica, sino la sensación de pérdida y desarraigo que invade al espectador.

El Tall Man no solo persigue a Mike: persigue a todos nosotros. Es la certeza de que la infancia se acaba, de que la muerte acecha tras cada esquina, de que la vida misma es un sueño breve.

Más de cuarenta años después, Phantasm sigue siendo un misterio abierto, un poema fúnebre en imágenes. Y cuando suenan los acordes de su tema principal, entre campanas y sintetizadores, el espectador vuelve a sentirse atrapado en ese cementerio infinito, esperando que el Tall Man susurre de nuevo: Boy!


LA PELÍCULA EN IMÁGENES





















FICHA TÉCNICA

Título original: Phantasm
Título en España: Phantasma
Año: 1979
País: Estados Unidos
Duración: 88 minutos
Dirección y guion: Don Coscarelli
Producción: Don Coscarelli, Paul Pepperman
Fotografía: Don Coscarelli
Montaje: Don Coscarelli
Música: Fred Myrow, Malcolm Seagrave

Reparto:

  • A. Michael Baldwin — Mike

  • Bill Thornbury — Jody

  • Reggie Bannister — Reggie

  • Angus Scrimm — The Tall Man

  • Kathy Lester — The Lady in Lavender

Productora: New Breed Productions / AVCO Embassy Pictures
Género: Terror onírico, fantasía oscura, surrealismo gótico
Presupuesto: 300.000 dólares aprox.
Recaudación: Más de 12 millones (EE. UU.)
Estreno: 1 de junio de 1979 (EE. UU.)