El cine de terror, tal y como lo entendemos hoy, nace oficialmente en los años veinte con una película silente que marcaría a generaciones enteras de espectadores: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (Nosferatu, una sinfonía del horror), dirigida en 1922 por Friedrich Wilhelm Murnau. Aunque antes habían existido títulos de tono fantástico o macabro —desde los experimentos de Georges Méliès hasta el expresionismo de El gabinete del doctor Caligari— fue Nosferatu la primera en dar forma cinematográfica al mito moderno del vampiro.
La obra es, a simple vista, una adaptación de Drácula de Bram Stoker. Pero su condición de versión no autorizada la condenó a ser perseguida desde el inicio. La viuda de Stoker, Florence Balcombe, denunció a la productora Prana-Film y un tribunal ordenó destruir todas las copias. Sin embargo, algunas sobrevivieron clandestinamente. Esa misma naturaleza perseguida, esa condición de película maldita, alimentó el mito. La obra que debía ser borrada terminó convertida en piedra angular del terror.
Nosferatu no solo adapta a Stoker: lo reinterpreta. Con sus sombras alargadas, sus figuras cadavéricas y sus paisajes lúgubres, encarna el espíritu del expresionismo alemán, corriente estética nacida en un país traumatizado por la derrota en la Primera Guerra Mundial y por la devastación social y económica. El vampiro es aquí algo más que un monstruo: es metáfora de la peste, de la guerra, de la muerte que acecha silenciosa.
Con el paso del tiempo, Nosferatu ha pasado de ser un título silente de culto a convertirse en un símbolo cultural, una de esas películas cuyo solo nombre evoca el miedo. Sin ella no existirían ni Lugosi, ni Hammer, ni Coppola. Fue la primera semilla de una imaginería que sigue proyectando su sombra en pleno siglo XXI.
SINOPSIS
La trama se desarrolla en varios actos, casi como una sinfonía dividida en movimientos.
El destino de Hutter
Thomas Hutter, un joven agente inmobiliario de Wisborg, es enviado por su jefe Knock a cerrar la venta de una propiedad con un conde transilvano. Knock, de maneras extrañas, parece ya bajo el influjo del vampiro. Ellen, la esposa de Hutter, tiene presentimientos oscuros. La idea de su marido viajando a tierras lejanas la angustia profundamente.
El viaje a Transilvania
El camino de Hutter atraviesa aldeas llenas de superstición. Los lugareños se horrorizan al oír el nombre de Orlok y lo advierten de no proseguir. En una posada, alguien le entrega un libro sobre vampiros titulado Nosferatu: fantasma de la noche. Hutter, incrédulo, lo guarda como curiosidad.
El encuentro con Orlok
Al llegar al castillo, Hutter es recibido por el conde Orlok, una figura inhumana: alto, calvo, de orejas puntiagudas, piel cadavérica y uñas como garras. El banquete que comparten muestra al vampiro reaccionando con ansia ante la sangre de un pequeño corte de Hutter. Cuando Orlok ve el retrato de Ellen, comenta con frialdad: “Qué hermoso cuello”.
El descubrimiento
Hutter explora el castillo y descubre ataúdes llenos de tierra, entre los cuales reposa Orlok, inmóvil como un cadáver. Horrorizado, comprende que es un vampiro. Mientras tanto, en Wisborg, Ellen tiene visiones inquietantes, como si una conexión invisible la uniera al monstruo.
El barco fantasma
Orlok parte rumbo a Wisborg llevando sus ataúdes en un barco cargado de ratas. Durante la travesía, la tripulación muere una tras otra. El barco llega vacío al puerto, con el vampiro oculto en las sombras. La ciudad cree enfrentarse a una epidemia de peste.
La amenaza en Wisborg
La llegada de Orlok coincide con una oleada de muertes. El pueblo entra en pánico. Knock, enloquecido, deambula por las calles, actuando como siervo del vampiro. Ellen, cada vez más pálida y atormentada, lee en el libro sobre Nosferatu que un vampiro solo puede ser destruido si una mujer pura se entrega voluntariamente y lo distrae hasta el amanecer.
El sacrificio de Ellen
Ellen toma la decisión. Llama al vampiro, lo atrae a su habitación y se ofrece como víctima. Orlok bebe de ella hasta que la primera luz del sol lo sorprende. La figura del conde, rígida y espectral, se disuelve lentamente en el aire. Ellen muere, pero salva a la ciudad.
Epílogo
El castillo queda vacío. Hutter llora a Ellen, mientras Wisborg se libra del mal. El vampiro ha caído, pero el precio ha sido el sacrificio de la inocencia.
PRODUCCIÓN
La productora Prana-Film
Creada por Enrico Dieckmann y Albin Grau, Prana-Film pretendía dedicarse a películas esotéricas. Grau, fascinado por el ocultismo, concibió Nosferatu como un proyecto que fusionaba arte, mito y misterio. La denuncia de Florence Stoker acabó con la compañía tras un único film.
F. W. Murnau
Murnau, formado en historia del arte y teatro, ya era uno de los talentos más prometedores de Alemania. Con Nosferatu elevó el género fantástico al nivel de gran cine. Más tarde firmaría títulos como El último (1924) y Fausto (1926), antes de marchar a Hollywood, donde rodó Amanecer (1927), una de las películas más célebres del cine silente.
Max Schreck: ¿hombre o vampiro?
El actor que interpretó a Orlok, Max Schreck, era relativamente desconocido. Su apellido significa “terror” en alemán. Su interpretación fue tan realista, tan perturbadora, que corrió la leyenda de que era un auténtico vampiro. Décadas después, esta idea inspiró La sombra del vampiro (2000), con Willem Dafoe como Schreck.
Estética y rodaje
Murnau combinó exteriores reales —castillos en Eslovaquia, paisajes del norte de Alemania— con decorados estilizados. La fusión de naturalismo y expresionismo crea una atmósfera única. Las sombras fueron protagonistas: la imagen de la silueta de Orlok avanzando por la escalera sigue siendo uno de los momentos más icónicos del cine.
La música
La partitura original de Hans Erdmann se perdió, pero se han realizado múltiples reconstrucciones. Cada nueva versión ha aportado matices distintos: desde orquestaciones clásicas hasta bandas sonoras modernas, lo que mantiene viva la película como experiencia casi ritual.
ANÁLISIS
El vampiro como plaga
A diferencia del elegante Drácula de Lugosi, Orlok no seduce: contagia. Es portador de enfermedad y muerte. Sus ataúdes llenos de ratas refuerzan la metáfora de la peste, una lectura muy presente en una Europa traumatizada por la Primera Guerra Mundial y la gripe de 1918.
Erotismo y sacrificio
Ellen encarna la inocencia y la entrega, pero también un trasfondo erótico. El sacrificio final combina pureza y deseo. La mordida vampírica se convierte en metáfora de la unión sexual y de la entrega absoluta.
Expresionismo y naturaleza
Aunque se asocia al expresionismo, Nosferatu se distingue de títulos como Caligari por su uso de exteriores. Las montañas, los ríos y los cielos funcionan como personajes. La naturaleza es parte del horror.
Lenguaje visual
Murnau explora técnicas innovadoras: uso de negativos invertidos para escenas sobrenaturales, trucajes con sombras, y sobre todo una planificación del espacio que dota de un aura irreal a las imágenes.
RECEPCIÓN Y LEGADO
Recepción inicial
El estreno pasó casi desapercibido debido a los problemas legales. La película fue prohibida en varios países por la demanda de la viuda de Stoker. Sin embargo, sobrevivió gracias a copias distribuidas clandestinamente.
Redescubrimiento
En los años 60, la crítica la rescató como obra maestra. En 1979, Werner Herzog rodó un homenaje con Nosferatu, vampiro de la noche. Desde entonces, la película de Murnau ha sido considerada un clásico indiscutible.
Influencia
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Definió el vampiro cinematográfico.
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Inspiró a la Universal y a la Hammer.
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Ha sido restaurada y musicalizada en festivales de todo el mundo.
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Su iconografía (las sombras, el vampiro monstruoso) sigue viva en la cultura popular.
CURIOSIDADES
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Se dice que Grau, diseñador de la película, concibió el proyecto tras escuchar en Serbia historias sobre vampiros reales.
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El film estuvo a punto de desaparecer: la orden judicial exigía destruir todas las copias, pero sobrevivieron en Francia y Estados Unidos.
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En España, Nosferatu se estrenó muchos años después, ya como pieza de culto.
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El vampiro de Murnau es radicalmente distinto al estereotipo elegante que impondría Lugosi: aquí es pura monstruosidad.
CONCLUSIÓN
Nosferatu es una obra fundacional, pero también es mucho más. Es cine convertido en pesadilla, en reflejo de una Europa desangrada por la guerra, asolada por la epidemia y presa de sus propios miedos. El conde Orlok no es un aristócrata seductor, sino la encarnación de la enfermedad, el extranjero que trae la muerte, la sombra que avanza inexorable.
El sacrificio de Ellen representa la dimensión trágica del mito: solo la entrega de la inocencia puede salvar al mundo del horror. Su acto convierte la película en una parábola sobre el sacrificio y la esperanza.
El legado de Nosferatu es inmenso: sin él no existiría el vampiro tal y como lo conocemos. Su influencia se extiende desde Lugosi hasta Coppola, desde la Hammer hasta el cine contemporáneo. Es la semilla de todo un género.
Cien años después, su sombra sigue proyectándose. El vampiro de Murnau, condenado a desaparecer, sobrevivió a la destrucción de sus propias copias. Como el monstruo inmortal que representa, nunca murió.
BIBLIOGRAFIA Y FUENTES
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Eisner, Lotte H.: La pantalla demoníaca. El cine expresionista alemán.
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Kracauer, Siegfried: De Caligari a Hitler.
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Berriatúa, Luciano: Los proverbios chinos de F.W. Murnau (Filmoteca Española, 1990).
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IMDb – FilmAffinity
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Hemeroteca de La Vanguardia (estrenos en España)
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Documental La sombra de Nosferatu (Arte TV, 2019)
FICHA TÉCNICA
Título original: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens
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Título en España: Nosferatu, el vampiro
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Año: 1922
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País: Alemania (República de Weimar)
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Duración: 94 min aprox. (dependiendo de la copia y restauración)
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Director: Friedrich Wilhelm Murnau
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Guion: Henrik Galeen (adaptación libre de Drácula de Bram Stoker, no autorizada)
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Producción: Albin Grau, Enrico Dieckmann
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Fotografía: Fritz Arno Wagner, Günther Krampf
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Montaje: (no acreditado, realizado por el propio Murnau y su equipo)
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Música original: Hans Erdmann (partitura perdida en gran parte, reconstruida en versiones posteriores)
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Reparto principal:
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Max Schreck – Conde Orlok
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Gustav von Wangenheim – Thomas Hutter
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Greta Schröder – Ellen Hutter
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Alexander Granach – Knock
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Georg H. Schnell – Harding
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Ruth Landshoff – Annie
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Productora: Prana Film
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Presupuesto: Desconocido (compañía independiente, de bajo coste)
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Recaudación: Limitada, la película fue retirada por demandas legales
Duración: 94 minutos aprox. (dependiendo de la restauración)
Estreno: 4 de marzo de 1922 en el Marble Hall de Berlín