LA HERENCIA DE LOS MUNSTER (1966)

Los mitos del cine fantástico familiar

A mediados de los años sesenta, el público norteamericano vivía una relación de amor incondicional con su televisión. La pantalla pequeña se había convertido en un espejo doméstico donde se proyectaban los valores de la clase media: las familias perfectas, los suburbios tranquilos y las sonrisas constantes. En ese paisaje de comedias blancas y hogares impecables irrumpieron, como una anomalía deliciosa, los Munster: una familia de monstruos de buen corazón que vivían en una mansión gótica dentro de un barrio residencial.

La serie The Munsters (1964–1966), creada por Allan Burns y Chris Hayward para CBS, nació como una sátira de la normalidad estadounidense, pero también como una relectura cómica del legado de los monstruos de la Universal, el estudio que había dado vida en los años treinta a Drácula, Frankenstein, El hombre lobo o La momia. Lo que en los años treinta era terror, en los sesenta se convirtió en humor. La Universal se miraba a sí misma con ironía y ternura.

La propuesta coincidió en el tiempo con The Addams Family (ABC, 1964–1966), aunque ambas nacieron de impulsos distintos: los Addams provenían del humor negro y la sátira aristocrática; los Munster eran una parodia del american way of life, una familia que soñaba con encajar entre sus vecinos “normales”, sin comprender por qué su amabilidad provocaba gritos de horror.

En ese contexto, y cuando la serie alcanzaba su apogeo, Universal decidió trasladar la fórmula al cine con Munster, Go Home! (1966), titulada en España La herencia de los Munster. La película debía cumplir dos objetivos: despedir a los personajes de la televisión y darles vida en color, un lujo hasta entonces reservado al cine. Era la oportunidad perfecta para que el público viera por primera vez los verdes, morados y grises de una familia nacida en blanco y negro.

El resultado fue una comedia extravagante, autoconciente y deliciosa, que funcionó a la vez como sátira social, aventura gótica y testamento de una época en la que el humor familiar se permitía convivir con ataúdes, rayos y castillos.


ARGUMENTO DETALLADO

Todo comienza en el 1313 de Mockingbird Lane, la dirección icónica de la familia Munster. Herman, el bondadoso gigante de tornillos en el cuello, vive feliz con su esposa Lily, su hijo Eddie, el abuelo vampiro y la encantadora Marilyn, la única “normal” de la familia. Un día, el cartero trae una carta lacrada con sello inglés: Herman ha heredado un título nobiliario y una mansión ancestral en Inglaterra, conocida como Munster Hall.

El entusiasmo es inmediato. Lily sueña con la aristocracia, el abuelo con los sótanos llenos de murciélagos y Herman, ingenuo, se imagina convertido en un caballero inglés. Deciden embarcarse rumbo a Europa en un viaje que será, como todo en su vida, un desastre adorable.

Durante la travesía en barco, Herman provoca pánico entre los pasajeros, rompe muebles, hunde mesas del comedor y provoca un incendio involuntario en el salón de baile, todo con la mejor de las intenciones. Al llegar a Inglaterra, la familia se instala en el viejo castillo de sus antepasados y descubre que sus nuevos parientes —encabezados por el siniestro Freddie Munster (Terry-Thomas) y Lady Effigie (Hermione Gingold)— planean sabotear su llegada.

Pronto salen a la luz intrigas familiares, secretos de herencia y una conspiración que culmina en una carrera automovilística, donde Herman, al volante de su monstruoso Drag-u-La, demostrará que su fuerza y su inocencia son más poderosas que la ambición y el clasismo.

La trama combina enredos de herencia, humor físico y parodia de las historias góticas, pero mantiene el tono inocente y optimista de la serie. Cada escena —desde las confusiones con los sirvientes hasta los experimentos del abuelo en el laboratorio— recuerda al espectador que los Munster, pese a su apariencia monstruosa, son la familia más normal del mundo.


PRODUCCIÓN: EL SALTO AL COLOR Y EL FINAL DE UNA ERA

El proyecto fue impulsado por Universal Pictures Television cuando la serie empezaba a declinar en audiencia. En 1965, la competencia con Los locos Addams y el auge de nuevas sitcoms habían reducido su seguimiento, y los ejecutivos pensaron en un largometraje como “episodio de despedida” y oportunidad de promoción internacional.

El elegido para dirigirla fue Earl Bellamy, veterano de televisión que conocía bien el ritmo y el humor del programa. El rodaje se realizó entre enero y marzo de 1966 en los estudios Universal de California, con un presupuesto cercano al millón de dólares. La gran apuesta técnica fue el uso del Technicolor, algo insólito para una serie que siempre se había rodado en blanco y negro.

El impacto visual fue enorme: el maquillaje de Bud Westmore reveló nuevos matices en los rostros —el verde de Herman, el azul ceniza de Lily, los tonos púrpura de los labios del abuelo—, y los decorados góticos adquirieron una vida nueva bajo la luz saturada. De pronto, lo macabro se volvió vibrante.

Universal reutilizó varios escenarios de su archivo histórico: los pasillos del castillo provenían de The House of Dracula (1945), el laboratorio del abuelo incluía piezas del set de Frankenstein Meets the Wolf Man (1943), y parte de la fachada se recicló de Tower of London (1939). La película, en cierto modo, devolvía a los viejos monstruos a su casa.

En el reparto, se mantuvieron Fred Gwynne, Yvonne De Carlo, Al Lewis y Butch Patrick, pero la sustitución de Pat Priest por Debbie Watson en el papel de Marilyn provocó quejas entre los fans. Universal justificó la decisión como una maniobra de estudio: Watson estaba bajo contrato y se buscaba potenciar su figura en pantalla grande.

La producción contó además con un nuevo diseño del coche Drag-U-La, obra del genial George Barris, quien ya había creado el “Munster Koach” para la serie. El vehículo —una especie de ataúd sobre ruedas propulsado por un motor V8— se convirtió en uno de los íconos más reconocibles de la cultura televisiva de los sesenta.

Aunque el rodaje transcurrió sin incidentes graves, Fred Gwynne sufrió enormemente por el calor y el peso del traje de Herman. El maquillaje tardaba más de dos horas diarias en aplicarse y limitaba sus movimientos; el actor, de casi dos metros de altura, se deshidrataba bajo las luces del Technicolor. Sin embargo, su entrega y su sentido del humor mantuvieron al equipo unido.


ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO Y TEMÁTICO

A simple vista, La herencia de los Munster es una comedia familiar. Pero bajo su capa de humor absurdo late un retrato cultural muy preciso de la identidad estadounidense de los años sesenta. Los Munster encarnan la utopía del sueño americano trasladado a la parodia gótica: una familia trabajadora, feliz, unida y orgullosamente diferente.

Su viaje a Inglaterra simboliza el enfrentamiento entre el nuevo mundo y el viejo orden: la espontaneidad americana frente al esnobismo aristocrático europeo. Herman y Lily no comprenden las normas de etiqueta, las jerarquías sociales ni los títulos nobiliarios, pero su sinceridad termina desarmando a todos. En ellos hay una crítica velada a la hipocresía de las clases altas, pero también un elogio de la autenticidad y la bondad.

El film dialoga además con la tradición del cine de terror clásico. Los Munster son descendientes directos de los monstruos de Universal, pero su función se ha invertido: donde antes había miedo, ahora hay ternura. Herman Munster es el Frankenstein que ríe, que ama y que educa a su hijo. El cine de horror, domesticado, se convierte en espejo amable de la sociedad moderna.

El uso del color refuerza este cambio. Bellamy y el director de fotografía Gene Polito transformaron la oscuridad en saturación, los grises en verdes fosforescentes, las sombras en matices de fucsia y azul. El gótico, despojado de terror, se vuelve pop. Es el mismo proceso que estaban viviendo los cómics de la época o la psicodelia emergente: una estética del exceso que sustituye el miedo por la fascinación visual.

También puede leerse como una metáfora de la aceptación de la diferencia. En un tiempo en que la sociedad estadounidense debatía sobre derechos civiles y transformaciones culturales, los Munster proponían, sin pretenderlo, un mensaje de tolerancia. Su rareza era una forma de identidad, su monstruosidad una bandera de orgullo. No en vano, muchos críticos posteriores los vieron como los precursores de un humor inclusivo que celebraba lo marginal.


RECEPCIÓN Y CONTEXTO CULTURAL

Cuando se estrenó en el verano de 1966, la película coincidió con el declive de la serie. CBS había decidido no renovarla tras dos temporadas, por lo que La herencia de los Munster actuó como epílogo cinematográfico. Su recepción crítica fue desigual: Variety la calificó de “simpática pero innecesaria”, mientras que The Hollywood Reporter celebró su “colorido festín para los fans”.

En taquilla funcionó modestamente bien, especialmente en autocines y programas dobles, donde se emparejaba con cintas juveniles de bajo presupuesto. Su mayor éxito fue televisivo: las reposiciones en color durante los años 70 la convirtieron en un clásico de tardes de domingo.

Con el tiempo, el film se revalorizó. Los estudios culturales lo interpretaron como una pieza clave en la transición del horror clásico al humor familiar, una obra bisagra entre los monstruos de los años treinta y la cultura pop de los sesenta. En los 80 y 90, con el auge del coleccionismo televisivo y las reposiciones, Munster, Go Home! fue redescubierta por nuevas generaciones.

La película inspiró múltiples continuaciones y reboots, desde The Munsters’ Revenge (1981) hasta la versión de Rob Zombie en 2022, que recreó deliberadamente el tono y los colores de la cinta del 66. La sombra de Herman y Lily Munster, con su mezcla de gótico y candor, se extendió incluso a series posteriores como Los Simpson o Padre de familia, herederas del mismo humor paródico familiar.


CURIOSIDADES Y DETALLES DE RODAJE

  • Fue la única aparición en color del reparto original de la serie.

  • El rodaje duró 25 días exactos y se realizó íntegramente en los estudios Universal.

  • El decorado del castillo provenía de películas de terror de los años 40 y fue parcialmente destruido tras el rodaje.

  • Fred Gwynne debía llevar botas con plataformas de 15 cm y una cabeza postiza de látex que le reducía la audición.

  • El maquillaje verde de Herman se veía gris en la serie, pero resultaba intensamente verdoso en Technicolor.

  • Yvonne De Carlo diseñó parte de su vestuario inspirándose en retratos victorianos y en Nosferatu.

  • El título original del guion era Munsters in England, cambiado poco antes del rodaje.

  • Terry-Thomas improvisó gran parte de sus diálogos, aportando un humor británico sarcástico que contrastaba con la ingenuidad de Gwynne.

  • El coche Drag-U-La fue reutilizado en ferias y exposiciones hasta los años 80.

  • Pat Priest (Marilyn original) asistió al estreno pero no fue acreditada, en protesta silenciosa por su exclusión.


CONCLUSIÓN

La herencia de los Munster puede parecer, a primera vista, un simple apéndice cinematográfico de una serie popular. Pero con el tiempo se ha revelado como algo más: una cápsula cultural de los sesenta, un espejo de la América que aprendía a reírse de sí misma y un puente entre dos formas de imaginar el terror.

Donde el cine de los años treinta buscaba el escalofrío, el de los sesenta buscó el consuelo. Herman Munster, criatura creada en laboratorio, se convirtió en símbolo de ternura, un padre de familia que sustituía los rayos eléctricos por abrazos y las antorchas por risas.

En un mundo que comenzaba a descubrir los colores del cambio —la televisión en color, el rock psicodélico, el arte pop—, los Munster encarnaron la transición de lo oscuro a lo luminoso. No eran monstruos: eran metáforas de la diferencia, la diversidad y la aceptación.

El paso al color fue, en el fondo, un paso a la madurez: el terror se hizo humano, el humor se hizo gótico, y el cine se permitió la ironía de mirarse a sí mismo con nostalgia.

“Herman Munster no heredó un castillo: heredó la eternidad. Porque mientras existan familias que rían juntas de su rareza, los Munster seguirán vivos, iluminando la noche con su luz verde y su corazón de Frankenstein.”


LA PELÍCULA EN IMÁGENES















FICHA TÉCNICA

Título original: Munster, Go Home!
Título en España: La herencia de los Munster
Año: 1966
País: Estados Unidos
Duración: 96 minutos
Dirección: Earl Bellamy
Guion: Joe Connelly, Bob Mosher
Producción: Universal Pictures
Fotografía: Gene Polito (Technicolor)
Música: Jack Marshall
Montaje: Russell F. Schoengarth
Dirección artística: Alexander Golitzen, Alfred Sweeney
Efectos especiales: Bud Westmore (maquillaje), George Barris (vehículos)

Reparto principal:

  • Fred Gwynne — Herman Munster

  • Yvonne De Carlo — Lily Munster

  • Al Lewis — El Abuelo

  • Debbie Watson — Marilyn Munster

  • Butch Patrick — Eddie Munster

  • Terry-Thomas — Freddie Munster

  • Hermione Gingold — Lady Effigie Munster

  • Richard Dawson — Roger Moresby

  • John Carradine — Cruikshank

Productora: Universal Pictures Television / Kayro-Vue Productions
Género: Comedia fantástica, terror paródico, aventura familiar.
Rodaje: Universal Studios, California (EE. UU.).
Estreno: 15 de junio de 1966 (EE. UU.).