LOS MUERTOS ANDAN (1936)

La resurrección como tragedia moral

En 1936, la Warner Bros. estrenó The Walking Dead (Los muertos andan), dirigida por Michael Curtiz, un cineasta de origen húngaro que más tarde alcanzaría la inmortalidad con Casablanca (1942). Aunque mucho menos recordada que las producciones de la Universal de la misma época, esta película es una pieza clave para entender la evolución del cine de terror de los años treinta. En ella, Karloff interpreta uno de sus papeles más intensos: un hombre condenado injustamente, ejecutado en la silla eléctrica y devuelto a la vida por un experimento científico, convertido en un símbolo trágico de justicia y redención.

En aquel momento, Karloff era ya una figura consolidada gracias a Frankenstein (1931), La momia (1932) y otras producciones góticas de Universal. Pero Warner, que nunca tuvo un ciclo de monstruos tan definido como Universal, supo aprovechar su aura inquietante para construir un film que mezclaba géneros: el drama judicial, el cine carcelario y el horror sobrenatural. El resultado fue una historia con tintes expresionistas y un poderoso trasfondo moral.

La trama conecta con temas muy presentes en la sociedad de los años treinta: la crisis de confianza en la justicia, la fascinación por los avances médicos (la cirugía del corazón, la reanimación) y el peso del destino. En plena época del cine de gánsteres, Los muertos andan combina el ambiente urbano y criminal con el tono macabro del cine de terror, creando una mezcla única.

Además, la película anticipa cuestiones filosóficas y religiosas: ¿qué ocurre si alguien regresa de la muerte? ¿qué misterios conoce? ¿es portador de un conocimiento sagrado o maldito? En Karloff, esa idea se traduce en un personaje silencioso, atormentado, cuya sola presencia transmite dolor y trascendencia. Su mirada —triste, fija, cargada de peso existencial— es el alma de la película.

Aunque hoy no se la cite tanto como los grandes títulos de Universal, Los muertos andan merece un lugar destacado: es uno de los filmes más maduros y poéticos del terror clásico de los años treinta, y quizá una de las interpretaciones más profundas de Boris Karloff.


SINOPSIS 

La injusticia

La historia comienza en una ciudad dominada por la corrupción. El pianista John Ellman (Boris Karloff), un hombre humilde que ha pasado por la cárcel, intenta rehacer su vida. Sin embargo, se convierte en víctima de una conspiración. Un grupo de jueces y abogados corruptos, encabezados por el fiscal Nolan, temen que Ellman revele secretos comprometedores. Deciden tenderle una trampa: lo acusan falsamente del asesinato de un juez, crimen que ellos mismos han planeado.

Ellman, inocente, es arrestado y llevado a juicio. El joven doctor Beaumont (Warren Hull) y su prometida Nancy (Marguerite Churchill) sospechan de la conspiración, pero no logran reunir pruebas a tiempo.

La ejecución

Ellman es condenado a muerte. En una secuencia intensa y sombría, lo vemos en la cámara de la silla eléctrica. Karloff transmite resignación y horror silencioso. Sus últimas palabras son de inocencia. La descarga lo mata ante los ojos de los testigos. La injusticia se ha consumado.

El experimento

El doctor Beaumont, junto a su mentor el Dr. Evan Beaumont (interpretado por Edmund Gwenn, quien años después sería Papá Noel en Milagro en la calle 34), decide utilizar el cuerpo de Ellman para un experimento pionero de reanimación. Tras una operación arriesgada, el corazón de Ellman vuelve a latir. El hombre regresa de entre los muertos.

Pero ya no es el mismo. Aunque físicamente vivo, su personalidad ha cambiado. Su voz es lenta, profunda, fantasmal. Su mirada parece atravesar a quienes lo rodean. Y, lo más inquietante: parece poseer un conocimiento oculto, como si hubiera vislumbrado algo en el más allá.

El regreso del muerto

Ellman comienza a frecuentar lugares donde se hallan aquellos que lo traicionaron. Los corruptos que lo condenaron sienten un miedo indescriptible al verlo aparecer. Karloff, con su andar lento y su rostro desencajado, encarna un espectro viviente. Nunca levanta la voz, pero su sola presencia es acusadora.

Uno por uno, los culpables van muriendo en circunstancias extrañas: accidentes, caídas, situaciones provocadas por su propio pánico. Ellman no los mata directamente: parece que su mera existencia arrastra la justicia del destino sobre ellos.

El clímax

En el clímax, Nolan y los demás tratan de acabar con Ellman, temiendo que revele lo que sabe. Beaumont intenta protegerlo, convencido de que es un hombre inocente y víctima de fuerzas que escapan a la ciencia. Finalmente, en un tiroteo, Ellman recibe disparos mortales.

En sus últimos momentos, confiesa que vio algo en el más allá: una luz, una verdad divina que no puede ser revelada con palabras. “Ellos pagarán”, murmura, refiriéndose a sus verdugos. Muere con serenidad, como alguien que ha conocido un misterio superior.

La película concluye con Beaumont reflexionando sobre los límites de la ciencia. Ellman ha regresado de la muerte, pero lo que vio pertenece a un ámbito que los hombres no deben profanar.


RECEPCIÓN

Los muertos andan se estrenó en 1936 con una recepción crítica respetuosa, aunque sin el impacto popular de los monstruos de Universal. La prensa destacó la interpretación de Karloff y la dirección expresionista de Curtiz, con juegos de sombras y ambientes lúgubres.

No generó grandes escándalos de censura, pero el tema de la reanimación tras la ejecución fue delicado en algunos estados de EE.UU., donde se pedían cortes por “irreverente”. El tono religioso del final ayudó a suavizar las críticas: se presentaba la vida después de la muerte como misterio sagrado, no como simple espectáculo de horror.

Con el tiempo, la película fue olvidada en parte, eclipsada por las sagas de Universal. Sin embargo, hoy los historiadores del género la consideran una obra fundamental del cine fantástico de los años treinta.


TEMAS

  • La injusticia y la corrupción: Ellman es un hombre común destruido por un sistema judicial corrupto.

  • La ciencia y sus límites: Beaumont devuelve la vida al muerto, pero no puede controlar lo que ha traído consigo.

  • Lo sobrenatural como justicia: el regreso de Ellman no es venganza activa, sino presencia fatal que condena a los culpables.

  • Religión y misterio: el film sugiere que hay un conocimiento divino al que no tenemos acceso. Ellman lo ha visto, pero no puede transmitirlo.

  • Karloff como mártir: su actuación combina dolor humano y presencia espectral, convirtiéndolo en una figura trágica, casi crística.


CURIOSIDADES

  • Fue una de las primeras películas en mostrar con detalle una ejecución en la silla eléctrica en clave de horror.

  • Karloff, ya famoso por Frankenstein, encontró aquí uno de sus papeles más dramáticos, sin maquillaje monstruoso.

  • El director Michael Curtiz rodó la película con su característico estilo dinámico y expresionista, que después perfeccionaría en Casablanca.

  • Edmund Gwenn, futuro Papá Noel en Milagro en la calle 34, aparece aquí como el doctor que juega a ser Dios.

  • El film anticipa elementos de I Am a Fugitive from a Chain Gang y de futuros relatos de resurrección, influyendo en cintas como El hombre que volvió a la vida o incluso en el cine de zombis inicial.


RESTAURACIONES 

  • La película circuló durante años en copias incompletas en televisión.

  • En los años 70 fue recuperada por historiadores del género y proyectada en ciclos de terror clásico.

  • Hoy está disponible en copias restauradas en DVD y plataformas digitales, aunque no tan difundida como otros títulos de Karloff.


HERENCIA

  • Aunque no tuvo secuelas, influyó en el tratamiento del tema del “resucitado” en el cine.

  • Prefigura aspectos del cine de zombis (un muerto que camina, aunque aquí con tono místico más que carnal).

  • Fue citada por críticos como precursor de films donde la ciencia toca lo sagrado.

  • Karloff consideraba este papel uno de sus favoritos, por la mezcla de drama humano y atmósfera sobrenatural.


BIOGRAFÍA Y FUENTES

  • Clarens, Carlos. An Illustrated History of the Horror Film. Putnam, 1967.

  • Skal, David J. The Monster Show. W.W. Norton, 1993.

  • Weaver, Tom. Universal Horrors (capítulo sobre Warner y Karloff).

  • Archivos de prensa de The New York Times y Variety (1936).

  • Retrospectivas del BFI sobre Michael Curtiz (años 90).


CONCLUSIÓN

Los muertos andan es una obra que trasciende las fronteras del cine de terror. No es un relato de monstruos al estilo Universal, sino una tragedia moral sobre la injusticia, la ciencia y el misterio de la vida y la muerte.

El personaje de Ellman, interpretado con dolorosa humanidad por Karloff, es uno de los más conmovedores del actor. No necesita maquillaje ni artificios: su rostro marcado por el sufrimiento, su voz lenta, su mirada de ultratumba bastan para crear un ser inolvidable. Es el mártir moderno: condenado por la injusticia de los hombres, devuelto a la vida por la arrogancia de la ciencia, y finalmente convertido en instrumento de una justicia divina que trasciende todo entendimiento.

La dirección de Michael Curtiz aporta un estilo expresionista, con sombras dramáticas y atmósferas opresivas, que anticipa la grandeza que alcanzaría en su carrera posterior. El guion mezcla el cine de juicios, el drama social y el horror sobrenatural en un equilibrio único.

Lo más poderoso de la película es su final: Ellman muere de nuevo, pero deja tras de sí la certeza de que existe algo más allá, un conocimiento al que no podemos acceder. El misterio queda intacto. Y esa imposibilidad de revelación es, paradójicamente, lo que da al film su fuerza eterna.

Hoy, casi noventa años después, Los muertos andan merece ser recuperada como lo que es: una obra oculta del cine fantástico de los años treinta, un testimonio de la versatilidad de Karloff y un recordatorio de que el verdadero horror no siempre está en los monstruos, sino en la injusticia humana. Con Los muertos andan, Boris Karloff demostró que podía ser monstruo sin maquillaje, espectro sin efectos, y tragedia sin necesidad de artificio. Una joya del terror clásico que sigue esperando su lugar en la memoria del gran público.


LA PELÍCULA EN IMÁGENES














FICHA TÉCNICA

  • Título original: The Walking Dead

  • Título en España: Los muertos andan

  • Año: 1936

  • País: Estados Unidos

  • Dirección: Michael Curtiz

  • Guion: Ewart Adamson, Robert Hardy Andrews, basado en una historia de Ewart Adamson

  • Música: Heinz Roemheld

  • Fotografía: Hal Mohr

  • Montaje: Terry O. Morse

  • Reparto: Boris Karloff (John Ellman), Edmund Gwenn (Dr. Beaumont), Marguerite Churchill (Nancy), Warren Hull (Jimmy), Ricardo Cortez (Nolan), Barton MacLane, Joseph King

  • Productora: Warner Bros.

  • Duración: 66 minutos

  • Estreno: 1936 (EE.UU.)