EL JOROBADO DE NOTRE DAME (1923)

Un campanero para la eternidad

En 1923, Universal levantó una catedral entera en su backlot y puso a Lon Chaney a trepar por sus muros con una armazón oculta en la espalda y un rostro irreconocible. El jorobado de Notre Dame no solo fue un éxito colosal: marcó el estándar de las superproducciones mudas, afianzó a Chaney como “el hombre de las mil caras” y pavimentó el camino para el ciclo gótico que Universal perfeccionaría en los años treinta. Estrenada en Nueva York el 2 de septiembre de 1923 y con lanzamiento general el 6 de septiembre, su metraje original se acercaba a las dos horas, algo poco común en la época.


Sinopsis

En el París del siglo XV, la imponente catedral de Notre Dame se alza como escenario de pasiones y tragedias. Allí vive Quasimodo, el campanero deforme y sordo, adoptado y esclavizado por el severo archidiácono Jehan Frollo. Aunque repudiado por la sociedad por su aspecto monstruoso, Quasimodo siente un profundo amor por la catedral y una fidelidad absoluta hacia su maestro.

La trama se centra en Esmeralda, una joven gitana de gran belleza que cautiva a todos: al poeta Gringoire, al capitán Phoebus y, obsesivamente, a Frollo. El archidiácono, dominado por la lujuria reprimida, ordena a Quasimodo que rapte a Esmeralda. El intento fracasa gracias a la intervención de Phoebus, y el campanero es azotado públicamente, mientras Esmeralda le ofrece compasión dándole agua.

Este gesto despierta en Quasimodo un amor silencioso y devoto hacia la muchacha. Pero la obsesión de Frollo conduce la historia hacia la tragedia: acuchilla a Phoebus y hace que Esmeralda sea acusada injustamente de asesinato y brujería. Condenada a la horca, la joven es rescatada por Quasimodo, que la lleva al interior de Notre Dame y grita “¡Asilo!”.

Desde las alturas de la catedral, Quasimodo defiende a Esmeralda del asalto de las turbas, utilizando las campanas y arrojando plomo fundido sobre los atacantes. Sin embargo, la protección resulta efímera. Traicionada por Frollo, Esmeralda acaba ejecutada, y Quasimodo, enloquecido de dolor, mata a su amo arrojándolo desde lo alto de la catedral.

La película concluye con una de las imágenes más sobrecogedoras del cine mudo: Quasimodo abrazado al cadáver de Esmeralda, llorando por la única persona que le mostró bondad, mientras la inmensa catedral queda como testigo eterno de su tragedia.


Universal quiere un “monumento”

Tras el éxito de Chaney en títulos como The Penalty y The Miracle Man, Irving Thalberg empujó dentro de Universal una adaptación “artística” de Hugo que elevase el prestigio del estudio. Chaney llevaba años obsesionado con el papel—llegó a tantear los derechos en 1921 y a sondear otras productoras antes de cerrar con Universal—; su empeño como “productor de facto” se nota en la escala del proyecto y en la prioridad dada al personaje. 


Una Notre Dame a escala… de Hollywood

Universal anunció en 1922 una “Super-Jewel” sin escatimar recursos: vestuario masivo, miles de figurantes y decorados ciclópeos. Los planes del set de catedral incluían agujas de hasta 265 pies (unos 81 m), para evitar trucajes ópticos y poder filmar con masas y verticales reales. La recreación de la Galería de los Reyes y las plazas adyacentes convirtió el backlot en un París de 1482 funcional, apto para grandes coreografías de extras y persecuciones.


Quasimodo según Chaney: dolor, técnica y compasión

El Quasimodo de Chaney es una síntesis de técnica y psicología. Su joroba y el arnés que le estrechaba el torso modificaban la silueta y la respiración; las prótesis faciales, dentales y el trabajo de texturas lograban un rostro tosco pero expresivo. Chaney, maestro autodidacta del maquillaje, preparó durante años el personaje; fotógrafos de estudio documentaron el proceso en sesiones publicitarias que hoy son casi tan célebres como el film. El resultado es un monstruo profundamente humano, capaz de transitar de la ferocidad al sacrificio.


 Espectáculo con sentido

Robert S. Newhard compone encuadres que aprovechan la geometría del set: diagonales de escaleras, contraluces en las bóvedas y planos generales que subrayan la pequeñez de los personajes frente a la piedra. Wallace Worsley mantiene el relato apoyado en lo físico—las sogas, las campanas, las masas en la plaza—y reserva los grandes golpes de montaje para momentos de asedio o huida. La cámara, menos barroca que en el expresionismo alemán, busca claridad narrativa y escala, apoyada en la dirección de multitudes (se utilizaron megáfonos y un novedoso sistema de altavoces para coordinar a centenares de extras).


Marginación, poder y piedra

La novela de Hugo es—además de un melodrama—una reflexión sobre arquitectura y sociedad. La película selecciona y simplifica, pero mantiene el triángulo Don Claudio / Jehan / Esmeralda, el abuso de poder y la mirada compasiva hacia el diferente. El clímax en la catedral—Quasimodo como guardián que arroja plomo fundido—no es solo espectáculo: condensa la idea de templo como fortaleza y prisión a la vez.


Recepción en 1923

Las reseñas de la época destacaron la interpretación “notable” de Chaney y la magnitud de la producción. Fue un éxito comercial y artístico que consolidó a Chaney y demostró que Universal podía competir en el terreno de las “colosales” con Griffith o DeMille. Su combinación de melodrama popular, realización ambiciosa y una estrella insólita convirtió la película en referencia para futuras adaptaciones (incluida la versión sonora de 1939 con Charles Laughton).


Legado e influencia

  • Iconografía: la figura encorvada, el gesto torpe y el rostro tallado en sombras han fijado el Quasimodo “canónico” del cine clásico.

  • Carreras: afianza a Chaney antes de El fantasma de la ópera (1925) y suma prestigio a Universal, que explotará el gótico en los 30.

  • Técnica: demuestra que el realismo físico del decorado puede convivir con la estilización dramática.

  • Adaptaciones posteriores: del clasicismo trágico de 1939 al musical animado de 1996, casi todas dialogan con la imagen de 1923.

El jorobado de Notre Dame es espectáculo, sí, pero con nervio dramático y una sensibilidad rara hacia el marginado. Chaney hace algo más que “disfrazarse”: habita a Quasimodo y lo vuelve inolvidable. A un siglo de su estreno, el tañido de sus campanas aún resuena.


Fuentes (selección)

  • AFI Catalog of Feature Films: ficha completa (créditos, fechas de estreno, minutaje, notas de producción; incluye mención a William Wyler como asistente). 

  • American Cinematographer (ASC): artículos de contexto sobre la escala de la producción y el vestuario/maquillaje de Chaney. 

  • Kino Lorber: notas de edición y restauración 4K (2023). 

  • Entradas históricas y hemeroteca (Universal Weekly, Film Daily), compiladas y referenciadas en estudios modernos.



La película en imágenes

























Ficha técnica

  • Título original: The Hunchback of Notre Dame

  • Año: 1923 (EE. UU.)

  • País: Estados Unidos

  • Productora: Universal Pictures (Carl Laemmle)

  • Dirección: Wallace Worsley (asistido por, entre otros, un joven William Wyler)

  • Guion: Edward T. Lowe Jr., Perley Poore Sheehan, a partir de Notre-Dame de Paris (Victor Hugo, 1831)

  • Fotografía: Robert S. Newhard (con Tony Kornman en fotografía adicional)

  • Dirección artística: E. E. Sheeley y Sydney Ullman

  • Montaje: Sydney Singerman, Maurice Pivar, Edward Curtiss

  • Reparto: Lon Chaney (Quasimodo), Patsy Ruth Miller (Esmeralda), Norman Kerry (Phoebus), Nigel De Brulier (Don Claudio), Brandon Hurst (Jehan), Ernest Torrence (Clopin)

  • Duración (estreno): aprox. 117 min; 12.000 pies / 12 bobinas (copia muda B/N)