LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN (1957)
El nacimiento del terror Hammer
Cuando La maldición de Frankenstein llegó a las pantallas en 1957, el cine de terror parecía dormido. La Universal había dominado el género en los años 30 y 40, pero sus monstruos estaban agotados. Hammer Films, una pequeña productora británica, revolucionó el panorama con esta película: más violenta, más sangrienta, más sensual y en glorioso color.
Lejos de imitar a la Universal, la Hammer creó su propio estilo: decorados góticos recargados, maquillaje grotesco, erotismo sugerido y héroes que eran tan peligrosos como sus monstruos. El éxito fue inmediato y lanzó una nueva era para el cine de terror, con Cushing y Lee convertidos en estrellas del género.
Sinopsis
En prisión y condenado a muerte, el barón Victor Frankenstein narra su historia a un sacerdote. Desde joven mostró obsesión por la ciencia y contrató a un tutor, Paul Krempe, con quien desarrolló experimentos de reanimación.
Su ambición pronto lo llevó más lejos: crear vida a partir de cadáveres. Tras reunir miembros de cuerpos y órganos robados, Frankenstein construyó una criatura monstruosa, interpretada por Christopher Lee, a la que devuelve la vida con electricidad y química.
Pero la criatura resulta violenta e incontrolable, asesinando a inocentes. Victor la oculta, pero la amenaza crece y su relación con Paul se deteriora. Incluso Justine, la sirvienta que conoce su secreto, acaba siendo víctima del monstruo.
El clímax llega cuando Frankenstein intenta destruir su propia creación, pero en el proceso mata a Paul y es acusado de todos los crímenes. La película cierra con el barón en la guillotina, castigado por su soberbia.
Contexto y producción
El renacer de Hammer
Tras años produciendo modestos thrillers, Hammer apostó por recuperar los mitos clásicos. La maldición de Frankenstein fue la primera película de terror británica en Eastmancolor, un gancho visual que impactó al público acostumbrado al blanco y negro.
Terence Fisher, director clave
Fisher impuso un tono serio y elegante. Su mirada sobre Frankenstein era distinta: no el monstruo como víctima (Universal), sino el científico como verdadero monstruo, consumido por su ego.
Censura y polémica
La violencia explícita (ojos extraídos, manos amputadas) y el maquillaje grotesco de Lee escandalizaron a la censura británica. Sin embargo, esto atrajo al público y convirtió el film en un éxito de taquilla.
Lecturas y simbolismo
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El creador como villano: aquí, Frankenstein es frío, calculador y moralmente corrupto, frente al enfoque más compasivo de James Whale en 1931.
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El color de la sangre: la Hammer convirtió el rojo intenso en un elemento estético y narrativo.
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Erotismo y represión: la relación de Victor con Justine y la tensión con Elizabeth reflejan la sensualidad soterrada de la Inglaterra victoriana.
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Ambición científica: el film actualiza el mito de Shelley en clave de advertencia moral contra la ciencia sin límites.
Escenas clave
El laboratorio de Frankenstein
Los decorados de Bernard Robinson, llenos de tubos, fluidos y electricidad, se convirtieron en sello Hammer.
El despertar de la Criatura
Christopher Lee, maquillado con cicatrices y piel decrépita, se incorpora torpemente: una escena breve pero poderosa.
El asesinato de Justine
Uno de los momentos más brutales, con Frankenstein mostrando su total falta de escrúpulos.
El final en la guillotina
Victor es condenado a muerte, cerrando la historia con una moraleja sobre los límites de la ambición.
Curiosidades
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Fue la primera película de terror británica en color que alcanzó éxito mundial.
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El maquillaje de Christopher Lee, diseñado por Phil Leakey, fue pensado para diferenciarse del icónico Frankenstein de Universal y evitar demandas.
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Su recaudación fue tan alta que aseguró la continuidad de la Hammer en el género.
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James Bernard, compositor habitual de la Hammer, creó una partitura de tonos agresivos y repetitivos que subrayaba la violencia de la trama.
Legado e influencia
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La maldición de Frankenstein inauguró el ciclo gótico de la Hammer, seguido por decenas de títulos: Drácula (1958), La momia (1959) y múltiples secuelas.
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Redefinió la figura del monstruo en el cine: ya no era tanto la criatura como el creador quien encarnaba el mal.
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Lanzó a Peter Cushing como icono del horror clásico y consolidó a Christopher Lee como estrella del género.
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Influyó directamente en el giallo italiano, en el horror erótico de los 70 y en cineastas modernos como Guillermo del Toro y Tim Burton.
La maldición de Frankenstein no es solo una película de terror, sino el inicio de una nueva etapa del género. Frente al clasicismo sobrio de la Universal, la Hammer ofreció sangre, color, erotismo y violencia, inaugurando un estilo que definiría el terror europeo durante dos décadas.
Con Peter Cushing en su papel más frío y calculador, y Christopher Lee en un monstruo inolvidable, la cinta se convirtió en la piedra angular de la Hammer. Un film que no solo resucitó a Frankenstein, sino que dio nueva vida al propio cine de terror.
LA PELÍCULA EN IMÁGENES