LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA (1964)
El apocalipsis gótico de Roger Corman
Entre 1960 y 1964, el cine de terror norteamericano vivió una auténtica revolución. Mientras Hammer dominaba Europa con sus Dráculas y Frankensteins a todo color, en Hollywood una productora modesta, American International Pictures (AIP), confió en un joven cineasta de serie B para realizar un experimento: adaptar a Edgar Allan Poe en formato cinematográfico, con bajo presupuesto pero con una estética cuidada y el magnetismo de Vincent Price. Ese director era Roger Corman.
Lo que empezó con La caída de la casa Usher (1960) se convirtió en un ciclo de ocho películas que no solo consolidaron el terror gótico en color, sino que elevaron la reputación de AIP. Estas cintas, con sus decorados barrocos, atmósferas decadentes y un Vincent Price en estado de gracia, se convirtieron en clásicos instantáneos.
En 1964, Corman decidió culminar este ciclo con la adaptación de uno de los relatos más célebres y alegóricos de Poe: La máscara de la Muerte Roja (1842). El cuento, breve y simbólico, narra cómo el príncipe Próspero se encierra en un castillo con sus cortesanos para escapar de la peste que asola el país, celebrando un baile de máscaras que será interrumpido por la aparición de la propia Muerte.
Corman entendió que el texto de Poe era demasiado corto para sostener un largometraje y, con guion de Charles Beaumont y R. Wright Campbell, lo expandió incorporando elementos de otro relato de Poe (Hop-Frog), junto con subtramas de corte satánico y escenas de sadismo medieval. La fusión resultante fue mucho más que una adaptación: fue una parábola sobre el poder, la arrogancia y la inevitabilidad de la muerte.
El rodaje se realizó en Inglaterra, aprovechando decorados sobrantes de superproducciones históricas como Becket (1964), lo que dio al film una opulencia inesperada. La fotografía corrió a cargo de Nicolas Roeg, futuro director de culto (Amenaza en la sombra, El hombre que cayó a la Tierra), que aportó un uso expresivo del color sin precedentes en el terror gótico. Cada sala del castillo, pintada de un color distinto, funciona como metáfora de un viaje hacia la muerte.
A nivel estético, la película es una cima del terror en color de los años 60. A nivel temático, se erige como una de las parábolas más poderosas sobre la peste, el poder y el destino humano. Su eco llega hasta hoy: en tiempos de epidemias y crisis, La máscara de la Muerte Roja vuelve a ser de una actualidad escalofriante.
Argumento
La peste llega al pueblo
En una aldea italiana medieval, los campesinos descubren los primeros síntomas de la Muerte Roja: manchas sangrientas en la piel, una fiebre fulminante, muerte inmediata. El príncipe Próspero (Vincent Price) llega con su séquito. Desprecia a los aldeanos, quema sus casas y manda ejecutar a los enfermos. Entre los campesinos escoge a tres prisioneros: Gino, joven valiente; Francesca, su prometida, pura y piadosa; y Ludovico, el padre de Francesca.
El encierro en el castillo
Prospero se refugia en su castillo fortificado, al que lleva consigo a su amante Juliana (Hazel Court) y a una corte de nobles frívolos y corruptos. Allí planea organizar un baile de máscaras mientras la peste arrasa el exterior. Su lógica es simple: los muros del castillo lo protegerán de la Muerte.
Francesca y la tentación
Prospero se obsesiona con Francesca, símbolo de inocencia y fe cristiana. La enfrenta a su crueldad: si su Dios existe, ¿por qué permite la peste? Él mismo proclama ser siervo de Satán y propone a Francesca abandonar a su Dios. La muchacha se aferra a su fe, mientras Gino y Ludovico son torturados en juegos macabros.
Juliana y el pacto diabólico
Juliana, la amante de Prospero, busca agradarle ofreciendo su alma al diablo. En una secuencia alucinante, bebe de un cáliz y tiene visiones de figuras demoníacas que la marcan como suya. Poco después es atacada por un halcón y muere entre gritos: el demonio no la protegía, solo la usaba como instrumento.
Hop-Toad y la venganza
Entre los bufones del castillo se encuentran Hop-Toad (Skip Martin) y su compañera enana. Tras sufrir humillaciones crueles de un noble, Hop-Toad prepara una venganza. Durante la fiesta, disfraza a su enemigo de simio, lo cuelga de una cuerda y lo quema vivo ante el júbilo horrorizado de los invitados. El relato paralelo introduce el tema de la justicia vengativa de los oprimidos.
El baile de máscaras
Llega el gran momento: el castillo se llena de cortesanos enmascarados. La fiesta es un carnaval de colores, danzas y excesos, enmarcado por las distintas salas del castillo, cada una de un color distinto: azul, púrpura, verde, naranja, blanco, violeta, y la última, la sala negra con ventanas rojas, donde pocos se atreven a entrar.
Entonces aparece una figura vestida enteramente de rojo, con una máscara impenetrable. Prospero, irritado, lo confronta. Pregunta quién se atreve a entrar sin invitación. La figura le responde que ha estado allí todo el tiempo.
El desenlace
Uno a uno, los invitados empiezan a caer, contagiados por la peste. Prospero intenta negociar con la figura roja, convencido de que es su amo Satán. Pero cuando le pide que se quite la máscara, descubre horrorizado que bajo ella está… su propio rostro, marcado por la peste. Prospero muere manchado de sangre.
La Muerte Roja, tras recoger la vida de los cortesanos, se reúne con otras figuras vestidas de distintos colores: alegorías de otras pestes y desgracias que recorren el mundo. Y dice: “La vida de los hombres es mía”.
Recepción
En 1964, el público estadounidense recibió la película con entusiasmo, aunque algunos espectadores se sintieron incómodos ante sus imágenes satánicas y su tono nihilista. La crítica, sin embargo, reconoció inmediatamente su calidad superior al resto del ciclo Poe. Revistas como Variety elogiaron la fotografía de Nicolas Roeg y el magnetismo de Vincent Price.
En el Reino Unido, el film fue estrenado con calificación “X” debido a sus escenas de satanismo, la sensualidad de Hazel Court y la violencia de la venganza de Hop-Toad. En España llegó censurada y con retraso, ya en los años 70.
Con el tiempo, La máscara de la Muerte Roja se convirtió en película de culto, reivindicada tanto en retrospectivas de terror como en estudios sobre cine de autor, donde se subraya su cercanía a Bergman y su ambición filosófica. Hoy suele figurar en listas de las mejores adaptaciones de Poe jamás filmadas.
Producción y rodaje
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Guion: Charles Beaumont y R. Wright Campbell, a partir del cuento de Poe, con elementos añadidos de Hop-Frog.
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Producción: American International Pictures, rodada en Shepperton Studios (Inglaterra).
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Decorados: Aprovechados de superproducciones británicas, lo que dio al film una fastuosidad inesperada para AIP.
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Fotografía: Nicolas Roeg, con un uso del color saturado que convirtió el film en una obra pictórica.
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Diseño artístico: Daniel Haller, que creó las salas de colores, inspiradas en la alegoría del cuento.
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Música: Ronald Stein, con una partitura solemne y ominosa.
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Rodaje: Se llevó a cabo en pocas semanas, con un presupuesto ajustado pero resultados visuales de gran riqueza.
Distribución y versiones
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Estreno en EE. UU.: 1964, distribuida por AIP.
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Estreno en Reino Unido: 1964, distribuida por Anglo-Amalgamated.
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Duración original: 89 minutos.
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Posteriormente restaurada y editada en DVD y Blu-ray, con los colores originales recuperados.
Análisis temático
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La peste como metáfora universal: representa la inevitabilidad de la muerte, que no distingue entre poderosos y pobres.
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Prospero como figura satánica: su soberbia y su crueldad lo convierten en símbolo del poder corrupto que cree desafiar a la vida y la muerte.
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Las salas de colores: cada sala representa una etapa de la vida, culminando en la sala negra y roja, símbolo de la muerte.
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Hop-Toad como justicia social: el bufón vengador encarna la rebelión de los oprimidos contra los nobles crueles.
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Relación con Bergman: la Muerte que entra en el baile recuerda a El séptimo sello, pero aquí con un enfoque barroco y cromático.
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El satanismo como falso refugio: Prospero cree que Satán lo protegerá, pero descubre que incluso el diablo está sometido a la Muerte.
Curiosidades
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Vincent Price consideraba a Prospero uno de sus mejores papeles.
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La actriz Jane Asher (Francesca) era pareja en la vida real de Paul McCartney durante el rodaje.
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Nicolas Roeg, futuro director, se inspiró en pinturas medievales y en el expresionismo para crear la paleta cromática.
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Fue la película con mayor presupuesto del ciclo Poe de Corman.
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Quentin Tarantino y Martin Scorsese la han citado como una de sus favoritas del ciclo gótico.
Restauraciones
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Durante años circuló en copias de TV con colores apagados.
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Restauraciones en los 2000 devolvieron el rojo intenso de la sala final y los contrastes originales.
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Hoy se considera una de las joyas restauradas de la AIP.
Herencia cultural
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Es la cumbre del ciclo Poe de Corman, el más ambicioso visual y filosóficamente.
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Influyó en posteriores adaptaciones góticas en color, tanto británicas como italianas.
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Su imaginería cromática anticipa el cine de Dario Argento (Suspiria).
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Es citada en estudios académicos como ejemplo de cine de terror alegórico.
Bibliografía y fuentes
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Clarens, Carlos. An Illustrated History of the Horror Film.
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Rigby, Jonathan. American Gothic: Sixty Years of Horror Cinema.
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Weaver, Tom. Scripts from the Crypt: The Poe Cycle of Roger Corman.
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BFI Dossier sobre Nicolas Roeg.
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Entrevistas a Vincent Price en Famous Monsters of Filmland.
Conclusión
La máscara de la Muerte Roja no es solo la mejor película del ciclo Poe de Roger Corman: es una de las grandes obras maestras del cine de terror gótico en color. En ella confluyen un cuento inmortal, un actor en estado de gracia, un director que supo elevar la serie B a arte, y un director de fotografía que convirtió cada plano en un cuadro.
La película es, ante todo, una parábola sobre la soberbia humana. Prospero representa al poder que se cree inmortal, que intenta escapar de la peste construyendo muros, pero que descubre que la muerte no reconoce fronteras. En su arrogancia, incluso cree servir a Satán, pero ni siquiera el diablo puede salvarlo. Al final, la Muerte triunfa, recordándonos que es la única certeza común a todos los hombres.
El baile final, con sus máscaras y colores, es uno de los momentos más potentes del cine de los 60: una celebración de la vida que se convierte en danza macabra. Y el epílogo, con las distintas muertes de colores caminando por el campo, eleva el relato a la categoría de alegoría universal.
Hoy, La máscara de la Muerte Roja sigue siendo vigente: su metáfora de la peste, de los poderosos que creen escapar mientras el pueblo muere, resuena en cualquier época de crisis. Y su belleza plástica, con los rojos intensos y los decorados medievales, la sitúan como uno de los filmes más hermosos del género.
Es cine de terror, sí, pero también cine de arte. Una película que demuestra que incluso en el terreno de la serie B podía surgir una obra capaz de dialogar con Bergman, con Poe y con la pintura gótica. Un clásico inmortal del cine fantástico. Con La máscara de la Muerte Roja, Roger Corman firmó la obra cumbre de su ciclo Poe, uniendo terror, filosofía y belleza plástica en una sola danza de la Muerte.
LA PELÍCULA EN IMÁGENES
Ficha técnica
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Título original: The Masque of the Red Death
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Título en España: La máscara de la Muerte Roja
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Año: 1964
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País: Reino Unido / EE. UU.
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Dirección: Roger Corman
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Guion: Charles Beaumont, R. Wright Campbell, basado en Edgar Allan Poe
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Fotografía: Nicolas Roeg
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Música: Ronald Stein
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Dirección artística: Daniel Haller
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Montaje: Anthony Gibbs
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Reparto: Vincent Price (Príncipe Prospero), Hazel Court (Juliana), Jane Asher (Francesca), David Weston (Gino), Nigel Green (Ludovico), Patrick Magee (Alfredo), Skip Martin (Hop-Toad)
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Productora: American International Pictures / Anglo-Amalgamated
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Duración: 89 minutos
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Estreno: 1964