EL VAMPIRO DE DÜSSELDORF (1931)

Peter Lorre y el rostro del horror cotidiano

Con M, el vampiro de Düsseldorf, Fritz Lang inauguró un nuevo tipo de monstruo cinematográfico: no un ser fantástico, sino un criminal humano convertido en símbolo del miedo colectivo. Inspirada libremente en casos reales de asesinos de niños en Alemania (como Peter Kürten, “el vampiro de Düsseldorf”), la película combina el realismo social con una atmósfera opresiva y expresionista.

El film supuso el primer papel protagonista de Peter Lorre, cuya interpretación del asesino Hans Beckert lo convirtió en leyenda. Lang utilizó innovaciones técnicas como el uso expresivo del sonido (el silbido del asesino como marca inconfundible), la puesta en escena con sombras y encuadres inquietantes, y un tono semidocumental que anticipó el cine policíaco moderno.

Más que una simple historia de crímenes, M es un retrato de la paranoia urbana, del miedo colectivo y de cómo la justicia y el crimen organizado se entrecruzan frente a una amenaza común.


Sinopsis 

En una ciudad alemana, la pequeña Elsie Beckmann desaparece de camino a casa. Su madre la espera con la mesa puesta, mientras una pelota queda abandonada en la calle y un globo queda enredado en cables eléctricos: imágenes desgarradoras que sugieren su destino fatal.

La policía inicia una cacería para atrapar al asesino, conocido como Hans Beckert (Peter Lorre). Es un hombre aparentemente normal, pero con impulsos incontrolables que lo llevan a secuestrar y asesinar a niñas. Su marca es un silbido inquietante: En la gruta del rey de la montaña de Edvard Grieg.

La ciudad entera cae en paranoia: los ciudadanos se espían entre sí, la policía intensifica los registros, y hasta el hampa organizada sufre las redadas constantes. Hartos de esta presión, los criminales deciden organizar su propia búsqueda del asesino.

Un mendigo ciego reconoce el silbido de Beckert y da la alerta. Los delincuentes lo siguen, lo marcan con una “M” (de Mörder, asesino) en su abrigo, y lo acorralan en un edificio vacío. Tras capturarlo, lo llevan a un improvisado tribunal clandestino dirigido por el hampa.

Allí Beckert se enfrenta a una turba que exige su ejecución. En una desgarradora escena final, el asesino implora: no es un monstruo voluntario, sino un enfermo dominado por una compulsión irresistible. Sin embargo, sus súplicas no convencen. Antes de que la multitud decida matarlo, llega la policía, que lo arresta y lo somete a un juicio oficial.

La película termina con la frase de una madre doliente: “Esto no nos devolverá a nuestros hijos. Hay que vigilarlos mejor.” Un cierre amargo que trasciende la historia individual y apunta a la sociedad entera.


Contexto y producción

  • Inspiración real: aunque el título alude a Düsseldorf, Lang se inspiró en varios casos de asesinos de niños en Alemania, en especial Peter Kürten, conocido como “el vampiro de Düsseldorf”, detenido en 1930.

  • Primer film sonoro de Lang: tras el cine mudo expresionista de Metrópolis o Los Nibelungos, M fue su primer uso del sonido. No lo empleó de manera ornamental, sino como recurso narrativo (el silbido como leitmotiv, silencios que generan tensión).

  • Estilo semidocumental: el guion se basó en investigaciones policiales reales. Lang contó con asesoría de criminalistas y rodó escenas con un realismo casi periodístico.

  • Peter Lorre: era actor de teatro y cabaret en Berlín. Este fue su primer papel importante en cine y le lanzó al estrellato internacional, aunque también lo encasilló en papeles de villano.

  • La República de Weimar: el film refleja un clima social marcado por la desconfianza, la crisis económica y el auge del autoritarismo. El miedo colectivo mostrado en la película resonaba con el ambiente previo al nazismo.

  • Recepción inicial: M fue un éxito de público y crítica. Sin embargo, tras la llegada de Hitler al poder, la película fue prohibida por ser considerada “degenerada”. Lang huyó de Alemania en 1933, mientras su guionista y esposa, Thea von Harbou, se quedó y colaboró con el régimen nazi.



Estilo visual y narrativo

  • Uso innovador del sonido: Fritz Lang convirtió el audio en un recurso dramático fundamental. El silbido de Beckert funciona como firma sonora del asesino y genera tensión cada vez que aparece. Los silencios prolongados son tan inquietantes como los momentos sonoros.

  • Montaje paralelo: la película alterna escenas de la policía con las del hampa, mostrando cómo ambos bandos persiguen al mismo objetivo. Esta estructura mantiene un ritmo ágil y refuerza la idea de una ciudad entera movilizada por el miedo.

  • Fotografía expresionista: Fritz Arno Wagner, que había trabajado en Nosferatu, aporta atmósferas densas con sombras y contrastes, pero combinadas con un estilo casi documental en exteriores. Esa mezcla da al film un aspecto único, entre la pesadilla y el realismo.

  • Metáforas visuales: el globo atrapado en cables tras la desaparición de Elsie, la “M” escrita en la espalda de Beckert, o la multitud en el tribunal improvisado son imágenes cargadas de simbolismo.

  • Tono ambiguo: más que un thriller de terror clásico, M es un drama social, un retrato de la paranoia urbana y del miedo colectivo.


Personajes y actuaciones

  • Hans Beckert (Peter Lorre): un hombre común convertido en monstruo por sus impulsos incontrolables. Lorre logra transmitir simultáneamente repulsión y compasión, sobre todo en su monólogo final, donde suplica comprensión como enfermo. Es una de las interpretaciones más influyentes de la historia del cine.

  • Inspector Lohmann (Otto Wernicke): representa la investigación oficial, meticulosa y racional, que contrasta con el caos emocional del pueblo.

  • Schränker (Gustav Gründgens): el jefe del hampa, que organiza el tribunal popular contra Beckert. Su presencia carismática lo convierte en figura de poder y justicia paralela.

  • Frau Beckmann (Ellen Widmann): la madre de Elsie, símbolo del dolor y la impotencia frente al crimen.

  • Los mendigos y delincuentes: la película les da protagonismo como los verdaderos vigilantes de la ciudad, en una inversión del orden social.



Temas y simbolismo

  • El monstruo humano: Lang traslada el terror del ámbito fantástico al real. Beckert no es un vampiro sobrenatural, sino un hombre corriente, lo que lo hace aún más aterrador.

  • La paranoia colectiva: la ciudad entera se convierte en un personaje. El miedo transforma a la población en un enjambre vigilante, donde todos sospechan de todos.

  • Justicia oficial vs. justicia popular: la policía representa el Estado de derecho, mientras que el tribunal clandestino de los criminales encarna la justicia inmediata, brutal y sin garantías. Lang plantea un dilema: ¿quién tiene derecho a juzgar?

  • La enfermedad y la compulsión: Beckert se defiende alegando que no actúa por maldad, sino por una pulsión incontrolable. El film abre el debate sobre la responsabilidad penal de los enfermos mentales.

  • El símbolo de la “M”: pintada en la espalda del asesino, convierte a Beckert en un apestado social, marcado y condenado antes de juicio.

  • La madre como voz final: el cierre con la frase “Esto no nos devolverá a nuestros hijos” apunta a la imposibilidad de justicia plena y a la necesidad de prevención y cuidado infantil.


Recepción 

  • Recepción inicial (1931): la crítica alemana la elogió como un logro artístico y técnico. Fue un gran éxito en taquilla, a pesar de su dureza temática.

  • Impacto internacional: rápidamente se distribuyó en otros países europeos y en Estados Unidos, consolidando a Lang como un maestro del suspense.

  • Prohibición nazi (1933): con la llegada de Hitler al poder, la película fue prohibida. El régimen la consideraba “decadente” y demasiado cercana a la crítica social.

  • Rehabilitación: tras la Segunda Guerra Mundial fue rescatada como una de las joyas del cine alemán. En los años 60 y 70, su influencia se notó en directores como Hitchcock, Kurosawa y los maestros del thriller policíaco moderno.

  • Restauraciones: debido a la pérdida de negativos, la película circuló durante décadas en versiones mutiladas. En los años 2000 se logró una restauración casi completa que devolvió al film su esplendor original.



Legado e influencia

  • Fundación del cine policíaco moderno: M anticipó los procedimientos policiales, los estudios de perfil criminal y el suspense narrado desde múltiples puntos de vista, elementos que hoy son básicos en el cine negro y las series de crímenes.

  • Innovación sonora: el leitmotiv del silbido de Beckert se convirtió en un recurso pionero. Después inspiró a Hitchcock, que en Psicosis y Vértigo explotó la música y los sonidos como elementos narrativos.

  • Influencia en directores posteriores: Orson Welles, Kurosawa, Truffaut, Hitchcock o Fincher han reconocido la huella de Lang en su cine. Películas como Zodiac o El silencio de los corderos beben directamente de esta obra.

  • Peter Lorre, icono universal: su interpretación abrió el camino a personajes complejos y ambiguos. En Hollywood sería recordado en Casablanca o El halcón maltés, pero siempre con la sombra de M.

  • El cine como espejo social: más allá de la trama, el film capturó el clima de la Alemania de Weimar, donde el miedo y la desconfianza crecientes preludiaban el ascenso del totalitarismo.

  • Estudio psicológico pionero: M planteó de forma temprana la discusión sobre criminalidad y enfermedad mental, una cuestión que todavía hoy se debate en la criminología y el derecho penal.


M, el vampiro de Düsseldorf no es solo un thriller de los años 30: es una obra fundacional que cambió el rumbo del cine. Fritz Lang utilizó el sonido, el montaje y la puesta en escena de manera revolucionaria para mostrar un monstruo real: un asesino de carne y hueso, producto de una sociedad convulsa.

La interpretación de Peter Lorre, la atmósfera paranoica y el dilema entre justicia y venganza convierten esta película en un clásico eterno, tan perturbador hoy como en 1931.

Más de 90 años después, sigue siendo una de las cimas del cine criminal y una de las películas más influyentes de todos los tiempos, una obra maestra que demuestra que el verdadero terror no siempre surge de castillos góticos ni criaturas fantásticas, sino del interior del ser humano.


LA PELÍCULA EN IMÁGENES




























Ficha técnica 

Título originalM – Eine Stadt sucht einen Mörder

Título en español: El vampiro de Düsseldorf

Año de estreno: 1931
País: Alemania (República de Weimar)
Idioma original: Alemán
Duración: 117 minutos
Formato: Blanco y negro, 1.20:1
Clasificación: para adultos en su época

Producción

  • Estudio: Nero-Film AG

  • Productor: Seymour Nebenzal

  • Presupuesto: ~175.000 reichsmarks

  • Recaudación: éxito comercial en Alemania y gran impacto internacional

Equipo creativo

  • Director: Fritz Lang

  • Guion: Fritz Lang y Thea von Harbou

  • Fotografía: Fritz Arno Wagner (Nosferatu, Metrópolis)

  • Montaje: Paul Falkenberg

  • Música: no tiene banda sonora tradicional; usa silbidos (Grieg: En la gruta del rey de la montaña) como leitmotiv

Reparto principal

  • Peter Lorre – Hans Beckert, el asesino

  • Ellen Widmann – Frau Beckmann, madre angustiada

  • Inge Landgut – Elsie Beckmann, la niña

  • Otto Wernicke – Inspector Lohmann

  • Gustav Gründgens – Schränker (jefe del bajo mundo)

  • Friedrich Gnaß – Franz

Estreno y premios

  • Estreno: 11 de mayo de 1931 (Berlín)

  • Premios: Ninguno en su época, pero considerada una de las mejores películas de todos los tiempos.