NOSFERATU, VAMPIRO DE LA NOCHE (1979)
Herzog resucita al vampiro expresionista
En 1922, F. W. Murnau filmó Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, la primera gran adaptación de Drácula, creando imágenes que definieron el cine de terror. Cincuenta y siete años después, el alemán Werner Herzog decidió rendir homenaje a aquella obra maestra con una nueva versión que mantuviera la esencia expresionista pero añadiera su sello autoral.
El resultado fue Nosferatu, vampiro de la noche (1979), protagonizada por Klaus Kinski, uno de los actores más intensos y problemáticos del cine europeo. Herzog transformó al vampiro en un ser trágico y melancólico, incapaz de escapar de su soledad, rodeándolo de imágenes hipnóticas y una atmósfera onírica marcada por la música de Popol Vuh.
La película no solo reinterpreta un clásico, sino que lo convierte en un poema visual sobre la muerte, el deseo y la decadencia.
Sinopsis
Jonathan Harker (Bruno Ganz), agente inmobiliario, viaja desde Wismar hasta Transilvania para cerrar un negocio con el misterioso Conde Drácula (Klaus Kinski), que desea adquirir una casa en su ciudad natal.
El viaje lo lleva hasta un castillo lúgubre en los Cárpatos, donde descubre que el conde es una criatura vampírica, pálida, con orejas puntiagudas y uñas largas, de aspecto similar al Nosferatu de Murnau. Aunque aterrorizado, Jonathan queda atrapado bajo su influjo.
Mientras tanto, en Wismar, su esposa Lucy (Isabelle Adjani) presiente el peligro. Drácula viaja en barco hacia la ciudad, propagando la peste y la muerte a su paso. Cuando arriba, Wismar queda sumida en el caos: ratas invaden las calles, la población muere en masa, y el orden social se desintegra.
Lucy descubre que la única manera de derrotar al vampiro es sacrificarse: debe distraerlo con su pureza y belleza hasta el amanecer. En un clímax cargado de erotismo y tragedia, se ofrece a él en su cama, reteniéndolo hasta que la luz del sol lo consume.
Pero el sacrificio tiene un giro: Jonathan, ya infectado por Drácula, hereda su maldición. En la última escena, cabalga hacia el horizonte convertido en nuevo vampiro, símbolo de que el mal no ha sido derrotado, sino transformado.
Contexto de la producción
Herzog y Murnau
Werner Herzog veía Nosferatu (1922) como una de las cumbres del cine alemán. Su versión no era un simple remake, sino un intento de reconectar el cine contemporáneo con sus raíces expresionistas.
Klaus Kinski, un vampiro atormentado
La relación entre Herzog y Kinski fue legendaria por su violencia y tensión creativa. Kinski encarna a Drácula como un ser solitario, más víctima que monstruo, condenado por su deseo.
Isabelle Adjani
La actriz francesa aporta un aire etéreo y gélido a Lucy, convirtiéndola en el eje de la lucha contra el vampiro. Su mirada y fragilidad son parte esencial del tono onírico del film.
Estética y localizaciones
Rodada en localizaciones reales como Wismar y Delft, aporta un realismo decadente, lleno de ratas, callejones y paisajes mortecinos. El castillo, en Checoslovaquia, aporta el aire gótico necesario.
Popol Vuh
El grupo alemán de rock progresivo, habitual colaborador de Herzog, compuso una partitura hipnótica y espiritual que refuerza la sensación de fábula gótica atemporal.
Personajes y actuaciones
Conde Drácula (Klaus Kinski): lejos del monstruo aterrador, lo interpreta como un ser melancólico, cansado de la eternidad, condenado a buscar amor sin encontrarlo.
Lucy Harker (Isabelle Adjani): pura y sacrificada, simboliza la esperanza frente a la corrupción.
Jonathan Harker (Bruno Ganz): encarna la inocencia destruida; su transformación final lo convierte en nuevo Nosferatu.
Renfield (Roland Topor): más grotesco que en versiones anteriores, aporta humor macabro.
Van Helsing (Walter Ladengast): aparece como un personaje impotente, incapaz de detener el avance del mal.
Estilo visual y narrativo
Homenaje expresionista: Kinski retoma la imagen de Max Schreck (1922), pero con matices de tragedia romántica.
Ritmo hipnótico: largos silencios, planos contemplativos, atmósfera de pesadilla.
Simbolismo de la peste: ratas y cadáveres representan la decadencia de la civilización.
Erotismo trágico: la relación entre Lucy y el conde tiene un tono sensual y sacrificial.
Naturaleza como amenaza: paisajes inhóspitos, cielos oscuros y niebla constante refuerzan el fatalismo.
Temas y simbolismo
La soledad del monstruo: Drácula como víctima de su propia inmortalidad.
El sacrificio redentor: Lucy como mártir que enfrenta el mal con pureza.
La peste y la decadencia social: metáfora de la descomposición moral de Europa.
El ciclo del mal: el final ambiguo sugiere que el mal nunca desaparece, solo cambia de forma.
La melancolía de la inmortalidad: el vampiro desea amor, pero solo encuentra vacío.
Recepción
En 1979, la crítica internacional la recibió con respeto pero división: algunos la consideraban demasiado lenta y contemplativa, otros la vieron como un poema visual.
En España tuvo buena acogida en festivales y en cines de arte y ensayo, siendo vista como cine de autor más que como terror popular.
Con el tiempo, ha sido reconocida como una de las mejores obras de Herzog y una reinterpretación fundamental del mito de Drácula.
Críticas
En su estreno
Variety (1979): “Herzog ha hecho de Nosferatu un sueño febril, aunque a veces hipnóticamente lento”.
The New York Times (Janet Maslin): elogió la interpretación de Kinski como “un vampiro patético, extraño y conmovedor”.
Revalorización posterior
Cahiers du Cinéma: la calificó como una de las películas más hermosas de Herzog.
Roger Ebert: la consideró “una de las adaptaciones más extrañas y poderosas de la leyenda de Drácula”.
Fotogramas (España): destacó la belleza de Isabelle Adjani y el tono onírico del conjunto.
Fuentes y artículos relacionados
Libros y estudios
Lotte Eisner, Murnau (1964) – contexto para entender la influencia del original.
Paul Cronin, Herzog on Herzog (2002) – entrevistas donde Herzog explica su visión del vampiro.
Christopher Frayling, Vampyres: Lord Byron to Count Dracula (1992).
Artículos
The Guardian (2019): “Nosferatu 1979: Kinski y Herzog reinventan el mito del vampiro”.
Criterion Collection: ensayo sobre la dimensión melancólica de la película.
Conclusión
Nosferatu, vampiro de la noche (1979) no es un simple remake, sino una reinterpretación lírica y trágica de un mito eterno. Herzog, con Kinski como un vampiro atormentado y Adjani como heroína sacrificial, creó una obra hipnótica, cargada de simbolismo y melancolía.
Más que una película de terror convencional, es un poema fúnebre sobre la soledad, la muerte y la imposibilidad del amor. Una pieza clave del cine europeo de los años 70 y una de las adaptaciones más profundas y originales de la leyenda de Drácula.
LA PELÍCULA EN IMÁGENES
Ficha técnica
Título original: Nosferatu: Phantom der Nacht (Nosferatu: Fantasma de la noche)
Título en España: Nosferatu, vampiro de la noche
Año de estreno: 1979
País: Alemania Occidental / Francia
Idioma original: Alemán e inglés (se rodaron dos versiones para distribución internacional)
Duración: 107 minutos (versión alemana); 118 min (versión inglesa)
Formato: Color – 1.85:1 – Sonido monoaural
Clasificación: Apta para mayores de 18 años en España en su estreno.
Producción
Estudio: Werner Herzog Filmproduktion, Gaumont, Werner Herzog Filmproduktion GmbH
Productor: Werner Herzog
Distribuidora: Gaumont / 20th Century Fox (internacional)
Presupuesto: ~2,5 millones de dólares
Equipo creativo
Dirección y guion: Werner Herzog (inspirado en Nosferatu de F. W. Murnau y en la novela Drácula de Bram Stoker)
Fotografía: Jörg Schmidt-Reitwein
Dirección artística: Henning von Gierke
Montaje: Beate Mainka-Jellinghaus
Música: Popol Vuh (grupo alemán de rock progresivo y experimental)
Escenarios: rodajes en Delft (Países Bajos), Wismar (Alemania), y castillo de Nosferatu en Checoslovaquia.
Reparto principal
Klaus Kinski – Conde Drácula (Nosferatu)
Isabelle Adjani – Lucy Harker
Bruno Ganz – Jonathan Harker
Roland Topor – Renfield
Walter Ladengast – Profesor Van Helsing
Estreno y premios
Estreno en Alemania Occidental: 17 de abril de 1979
Estreno en España: octubre de 1979
Premios: nominada al Oso de Oro en el Festival de Berlín 1979; Isabelle Adjani ganó el premio a la mejor actriz en el Festival de Cine de San Sebastián.