KING KONG (1933)

La octava maravilla del mundo

Cuando en marzo de 1933 se estrenó King Kong, el público estadounidense no solo asistía a una nueva película: presenciaba el nacimiento de un mito moderno. La silueta de un gorila colosal encaramado al Empire State Building, luchando contra aviones y desplomándose desde lo alto, trascendió de inmediato la pantalla para convertirse en una de las imágenes más reconocibles del siglo XX. Esa instantánea no solo resumía el clímax de una obra cinematográfica: simbolizaba la confrontación entre naturaleza y civilización, lo salvaje frente a lo tecnológico, lo irracional contra lo moderno.

El film apareció en un momento decisivo. El país estaba sumido en la Gran Depresión: desempleo masivo, pobreza y desencanto social marcaban la vida diaria. El cine se convirtió en una válvula de escape, un lugar donde soñar con mundos imposibles. King Kong respondió a esa necesidad con un espectáculo de una magnitud nunca vista, combinando aventura, romance, exotismo y tragedia. La RKO, estudio que atravesaba dificultades financieras, halló en esta producción un salvavidas inesperado y un éxito que marcaría su historia.

Pero la importancia de King Kong va más allá de lo industrial o económico. La película supo beber de tradiciones culturales antiguas —el mito de “La Bella y la Bestia”, las historias coloniales de exploración, el imaginario de lo prehistórico— y al mismo tiempo transformarlas en un relato nuevo, adaptado a la sensibilidad del siglo XX. Carl Denham, Ann Darrow y Jack Driscoll no eran héroes de novela, sino personajes de carne y hueso, testigos de un espectáculo que se movía entre lo maravilloso y lo trágico.

El proyecto fue también la cristalización de la obsesión de un hombre: Merian C. Cooper, aventurero, piloto de guerra, documentalista. Cooper soñaba con unir en un film sus pasiones —los viajes, los animales salvajes, la aviación— y darle forma a un relato grandioso en el que una criatura imposible encarnara el poder de lo desconocido. Con la ayuda de Ernest B. Schoedsack, su inseparable compañero, y del genio del stop-motion Willis O’Brien, el sueño tomó cuerpo.

El resultado fue revolucionario en muchos frentes. Por primera vez, una película integraba efectos visuales, sets de gran escala, animación, miniaturas y música orquestal en un engranaje perfecto. La partitura de Max Steiner, compuesta como un acompañamiento sinfónico integral, cambió la manera de entender la música en el cine. La interpretación de Fay Wray definió la figura de la “scream queen”. Y el monstruo, Kong, adquirió un alma propia: brutal y tierno, aterrador y vulnerable, amado y condenado.

Con el paso de los años, King Kong ha inspirado secuelas, remakes, cómics, novelas, videojuegos y sagas enteras de monstruos gigantes. Ha influido en generaciones de cineastas, de Ray Harryhausen a Peter Jackson, y ha dejado una marca indeleble en la cultura popular. Y sin embargo, pese a las reinterpretaciones, ninguna versión posterior ha logrado eclipsar la fuerza primigenia de 1933.

Porque King Kong no es solo una película de aventuras: es un espejo de nuestra relación con lo desconocido, una fábula sobre el amor imposible y una tragedia romántica disfrazada de espectáculo. Como dijo Denham en la última frase, no fueron los aviones… fue la belleza. Una frase que resume, en apenas unas palabras, la esencia de este mito eterno.


Argumento 

Nueva York y la partida

Carl Denham, productor y aventurero, se dispone a embarcar en el Venture rumbo a un destino secreto. Su reputación se basa en documentales de animales y viajes exóticos, pero esta vez planea algo distinto. Necesita una actriz. La encuentra por azar en Ann Darrow, una joven hambrienta que roba una manzana en un mercado. Denham le ofrece participar en una película de aventuras. Ella, sin nada que perder, acepta. A bordo, Ann conoce al contramaestre Jack Driscoll, con quien desarrolla una relación marcada por la desconfianza inicial y la atracción creciente.

Skull Island

El barco llega a una isla envuelta en brumas, rodeada por una muralla ciclópea. Allí, los exploradores descubren una tribu que celebra un ritual en honor a una criatura llamada “Kong”. Fascinados por Ann, deciden ofrecérsela al monstruo. Esa noche, los isleños secuestran a la joven y la atan a un altar frente a la enorme puerta.

La aparición de Kong

En una de las escenas más memorables del cine fantástico, los portones se abren y emerge Kong: un gorila colosal que ruge con fuerza atronadora. El monstruo toma a Ann y se interna en la jungla. Denham, Driscoll y varios marineros parten en su persecución, atravesando un territorio donde criaturas prehistóricas conviven con la selva.

La jungla y los combates

Se suceden encuentros extraordinarios:

  • Un estegosaurio embiste al grupo.

  • Un brontosaurio ataca desde un pantano.

  • En el puente de troncos, Kong lanza a los hombres al vacío en una caída interminable.

  • El combate contra un tiranosaurio marca un clímax: feroz, sangriento y lleno de tensión. Kong derrota al saurio y sacude su mandíbula como trofeo.

Mientras tanto, Ann descubre que su captor no es solo una bestia: Kong la observa con curiosidad, la protege de peligros y parece cautivado por ella.

El rescate y la captura

Driscoll logra rescatar a Ann mientras Kong se enfrenta a un pterodáctilo en un risco. Furioso, el gorila arrasa la aldea de los nativos. Finalmente, Denham utiliza bombas de gas para derribarlo y lo captura.

Nueva York

De vuelta en la ciudad, Denham organiza la presentación de “La Octava Maravilla del Mundo”. Kong, encadenado, es exhibido ante el público. Pero al ver a Ann con Jack, rompe sus cadenas y siembra el caos en Manhattan: tranvías volcados, peatones aplastados, edificios destruidos.

El Empire State Building

En el clímax, Kong escala el Empire State con Ann en la mano. Desde el cielo, aviones de la aviación lo ametrallan. Acribillado, se tambalea, acaricia por última vez a la joven y cae desde lo alto. En la calle, Denham pronuncia la frase inmortal: “No fueron los aviones. Fue la Bella quien mató a la Bestia.”


Recepción y censura

El estreno en Nueva York fue un fenómeno: el público abarrotó las salas y la crítica elogió sus efectos. Recaudó más de dos millones de dólares en plena Depresión, salvando a la RKO de la quiebra.

Con el Código Hays (1934), escenas violentas fueron censuradas. Durante décadas, se proyectaron versiones recortadas. Solo en los años 70 se restauró el metraje íntegro.


Análisis temático

  • La Bella y la Bestia: el núcleo romántico y trágico.

  • Exotismo colonial: Skull Island refleja la visión occidental de lo “salvaje”.

  • Naturaleza vs. modernidad: el Empire State y los aviones simbolizan la victoria de la tecnología.

  • El monstruo como víctima: Kong despierta compasión; su tragedia es ser arrancado de su mundo y condenado por amar.


Curiosidades

  • El rugido de Kong fue creado mezclando rugidos de león y tigre reproducidos al revés.

  • La famosa “secuencia de la araña del foso” fue eliminada y nunca recuperada.

  • Fay Wray declaró que Cooper le prometió “el coprotagonista más alto de Hollywood”: era Kong.

  • Inspiró directamente al nacimiento de Godzilla en Japón.


Restauraciones y censura

  • Cortes del Código Hays (1934): escenas violentas y de connotación sexual eliminadas en reestrenos.

  • Spider Pit Sequence: escena mítica perdida de la araña del foso.

  • Restauración de los 70: recupera metraje censurado.

  • Home Video: VHS (años 80), DVD (90-2000s) y Blu-ray (2010).

  • 4K UHD (2019): mejor calidad disponible hoy.


Herencia cultural

  • Secuelas y remakes: The Son of Kong (1933), King Kong (1976), King Kong (2005).

  • Cruces: King Kong vs. Godzilla (1962), Godzilla vs. Kong (2021).

  • Televisión y animación: parodias en Los Simpsons, Futurama, Family Guy.

  • Cómics y novelas: desde los años 30 hasta hoy, con editoriales como Dynamite o BOOM! Studios.

  • Música y artes: Andy Warhol, referencias en canciones de rock, metáfora en la cultura popular.

  • Publicidad y videojuegos: influencia directa en Donkey Kong (Nintendo, 1981) y atracciones en Universal Studios.


Bibliografía y fuentes

  • Goldner, Orville & Turner, George E. The Making of King Kong. Ballantine Books, 1976.

  • Morton, Ray. King Kong: The History of a Movie Icon, from Fay Wray to Peter Jackson. Applause, 2005.

  • Skal, David J. The Monster Show. W.W. Norton, 1993.

  • Glut, Donald F. Classic Movie Monsters. McFarland, 1978.

  • Eagan, Daniel. America’s Film Legacy. Continuum, 2010.

  • Críticas en The New York Times (marzo 1933).

  • Archivos de la Library of Congress, American Film Institute, TCM.


Conclusión

King Kong no es solo un clásico de 1933: es un mito universal. Su grandeza está en haber unido aventura, espectáculo y tragedia romántica en un relato inolvidable. Kong es monstruo y víctima, fuerza bruta y ternura. Su caída desde el Empire State simboliza la derrota de lo salvaje frente a lo moderno, pero también la fragilidad del amor imposible.

La frase final de Denham resume toda la fábula: no fueron los aviones, fue la belleza. Una lección eterna sobre la fuerza del deseo y el precio de lo colosal. Por eso, casi un siglo después, King Kong sigue siendo la auténtica “Octava Maravilla del Mundo”.


Nota final

La historia de King Kong es también la historia del propio cine: cómo un medio joven fue capaz de crear mitos que todavía hoy perviven. El gorila gigante pertenece ya al imaginario colectivo, más allá de pantallas, formatos y épocas.


LA PELÍCULA EN IMÁGENES





































































Ficha técnica

Título original: King Kong
Título en español: King Kong (en España también estrenada como La octava maravilla)
Año de estreno: 1933
País: Estados Unidos
Productora: RKO Radio Pictures
Directores: Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack
Productores: Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack
Guion: James Ashmore Creelman, Ruth Rose (argumento de Merian C. Cooper y Edgar Wallace)
Fotografía: Edward Linden, J.O. Taylor, Vernon Walker
Música: Max Steiner (considerada la primera gran partitura sinfónica del cine de terror y aventuras)
Efectos especiales: Willis O’Brien (animación stop-motion)
Dirección artística: Carroll Clark, Alfred Herman
Montaje: Ted Cheesman
Duración: 100 minutos
Estreno: 2 de marzo de 1933 (Nueva York), 7 de abril de 1933 (Estados Unidos)

Reparto principal

Fay Wray – Ann Darrow
Robert Armstrong – Carl Denham
Bruce Cabot – Jack Driscoll
Frank Reicher – Capitán Englehorn
Sam Hardy – Charles Weston
Noble Johnson – Jefe de la tribu nativa
Victor Wong – Charlie, el cocinero

Premios y situación histórica

No obtuvo premios de la Academia, pero fue un éxito masivo de taquilla en plena Gran Depresión.
Consolidó el uso de la animación stop-motion en el cine y convirtió a King Kong en un icono cultural.
En 1991 fue incluida en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de EE. UU. como obra a preservar.