DRÁCULA (VERSIÓN HISPANA, 1931)
Un clásico en la sombra
En 1931, la Universal inauguró oficialmente la era dorada del cine de terror sonoro con Drácula, dirigida por Tod Browning y protagonizada por Bela Lugosi. La película fue un éxito inmediato, consolidando al estudio como productor de horror gótico y dando origen a los monstruos clásicos de Hollywood.
Pero al mismo tiempo, casi en secreto, Universal rodaba otra versión de la misma película, en castellano, dirigida por George Melford y protagonizada por Carlos Villarías como el Conde. Este Drácula en español se filmaba de noche, en los mismos decorados, cuando el equipo de Browning terminaba la jornada. Con otro reparto y otro enfoque, se buscaba conquistar al mercado hispanohablante, todavía sin tradición consolidada de doblaje.
Durante décadas fue considerada una curiosidad menor, apenas mencionada en manuales, hasta que fue rescatada en los años 70 y 80. Hoy, la crítica la reivindica como superior en varios aspectos a la versión de Lugosi: más larga, más fluida en su montaje, con una puesta en escena más dinámica y un erotismo latente que el film de Browning apenas sugería.
Lo que nació como una estrategia comercial de Universal se convirtió en una rareza fascinante: un espejo oscuro de un clásico, con la particularidad de que la versión "secundaria" acabó siendo, en algunos sentidos, más moderna y audaz que la original.
ARGUMENTO
El guion de ambas versiones es prácticamente idéntico, basado en la adaptación teatral de Drácula que circulaba en Broadway desde finales de los años 20. Sin embargo, las diferencias de tono y estilo resultan notables.
I. EL VIAJE A TRANSILVANIA
Renfield (Pablo Álvarez Rubio), enviado por una firma londinense, viaja en diligencia hacia el castillo del Conde Drácula (Carlos Villarías). Los aldeanos, supersticiosos, le advierten del peligro. El castillo aparece como ruina gótica monumental, donde Drácula lo recibe con cortesía inquietante.
II. EL PACTO
Renfield firma los documentos que le entregan a Drácula propiedades en Londres. Una de las escenas más atmosféricas es la irrupción de las novias vampíricas, detenidas por el Conde. Renfield queda sometido a su voluntad.
III. EL VIAJE EN BARCO
El Vesta transporta a Drácula y a su nuevo sirviente. Durante la travesía, los marineros mueren misteriosamente. Renfield, ya enloquecido, ríe de forma escalofriante.
IV. LONDRES: EL ENCUENTRO SOCIAL
Drácula se presenta en sociedad y conoce a la familia Weston: Lucy (Carmen Guerrero), que pronto será su primera víctima, y Eva (Lupita Tovar), la protagonista. Aquí aparecen escenas más sensuales que en la versión de Lugosi, con Drácula acercándose con intensidad perturbadora a Eva.
V. LA SOSPECHA DE VAN HELSING
El profesor Van Helsing (Eduardo Arozamena) advierte signos vampíricos. La confrontación entre él y Drácula resulta más explícita y dramática que en la versión en inglés, con largos diálogos y primeros planos intensos.
VI. EL CLÍMAX EN LA ABADÍA
Eva cae bajo el influjo del Conde. Van Helsing y Juan Harker (Barry Norton) siguen a Drácula hasta su refugio. Allí, en un duelo final, Van Helsing lo destruye atravesando su corazón con una estaca, liberando a Eva.
PRODUCCIÓN
La estrategia de Universal
En los primeros años del cine sonoro, los estudios rodaban versiones multilingües de sus películas para distribuirlas en Europa y América Latina. Universal decidió que Drácula tendría su versión en castellano, para aprovechar el boom del público hispanohablante.
El rodaje nocturno
La versión inglesa de Tod Browning se filmaba de día; al terminar, llegaba el equipo hispano y rodaba de noche. George Melford, veterano director de cine mudo que no hablaba castellano, dirigía a través de intérpretes. Paradójicamente, esa distancia dio lugar a un estilo visual más expresivo, más cercano al cine silente.
El reparto
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Carlos Villarías (español, aunque criado en Cuba) fue elegido como Drácula. Universal le permitió ver rodajes de Lugosi para imitarlo, aunque lo interpretó con un estilo más exagerado.
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Lupita Tovar, actriz mexicana, brilló como Eva. Su magnetismo, su belleza y la carga erótica de sus escenas hicieron historia.
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Eduardo Arozamena aportó autoridad como Van Helsing.
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Pablo Álvarez Rubio, como Renfield, fue elogiado por una interpretación más histriónica y aterradora que la de Dwight Frye en la versión inglesa.
Diferencias notables
La versión hispana es media hora más larga, con escenas extendidas y mayor desarrollo atmosférico. La cámara se mueve con más libertad, los encuadres son más fluidos y la sensualidad de las víctimas femeninas es mucho más explícita.
ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO Y TEMÁTICO
Dos estilos, dos resultados
La película de Browning, con Lugosi, es hierática, teatral, marcada por la transición del mudo al sonoro. La hispana, en cambio, se siente más cinematográfica, con mejor uso del movimiento de cámara y montaje más ágil.
Erotismo y tabú
La Eva de Lupita Tovar transmite deseo y peligro de forma más clara. El vestuario y los primeros planos subrayan un erotismo apenas insinuado en la versión inglesa. Esto le da un aire moderno, menos reprimido.
El Conde Villarías
El gran debate gira en torno a Carlos Villarías. Su Drácula carece del magnetismo hipnótico de Lugosi, pero gana en intensidad gestual, con ojos desorbitados y gestos teatrales. Para algunos críticos, su interpretación resulta inferior; para otros, más visceral y extraña.
Renfield como eje
La locura de Pablo Álvarez Rubio es uno de los grandes logros: su risa maniaca, su desesperación y su entrega al Conde superan incluso a la icónica versión de Dwight Frye.
Identidad cultural
Rodada en Hollywood pero con acento hispano, la película se convirtió en símbolo de la primera gran interacción del cine de terror con el mundo latino. Es, en cierto modo, una apropiación cultural, pero también una muestra de diversidad temprana en la Universal.
RECEPCIÓN Y LEGADO
La versión hispana se estrenó en varios países de habla castellana en 1931, pero pronto quedó eclipsada por el magnetismo internacional de Lugosi. Durante décadas fue poco vista, considerada un producto secundario.
En los años 70, cuando se restauraron copias para televisión y archivos, fue redescubierta por críticos que la reivindicaron como una obra tan o más interesante que la de Browning. Desde entonces, ha pasado de curiosidad a clásico de culto.
Hoy, se estudia en universidades, se proyecta en festivales y se incluye en colecciones de Universal junto al Drácula de Lugosi. Su rescate ha permitido valorar cómo la Universal, casi sin querer, produjo dos clásicos paralelos en un mismo año.
CURIOSIDADES
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George Melford no hablaba castellano; los actores improvisaban parte de los diálogos.
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El vestuario de Lupita Tovar fue considerado atrevido para la época; ella misma lo recordó como un momento de liberación artística.
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Se usaron exactamente los mismos decorados que la versión de Lugosi, pero con encuadres diferentes, aprovechando la experiencia de ver primero el rodaje diurno.
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La película dura 104 minutos, frente a los 75 de la inglesa.
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Carlos Villarías fue el único actor autorizado a ver escenas de Lugosi durante el rodaje, para modelar su actuación.
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Durante décadas, se creyó perdida; copias completas se redescubrieron en los 70 y 90.
CONCLUSIÓN
La versión hispana de Drácula (1931) es uno de esos milagros del cine que solo se comprenden con la perspectiva del tiempo. Nació como un producto industrial, casi secundario, pensado para un mercado emergente y sin grandes pretensiones artísticas. Sin embargo, gracias a la combinación de un equipo entregado, un rodaje nocturno cargado de libertad y la singularidad cultural de filmar un clásico en otro idioma, terminó siendo una película que respira con voz propia.
Compararla con la de Browning no es un ejercicio de competencia, sino de contraste: mientras la de Lugosi es hierática, magnética y teatral, la hispana es fluida, erótica y desbordante. Ambas expresan dos caras del mismo mito: la fascinación y el miedo al vampiro.
El tiempo ha hecho justicia: hoy se reconoce a la versión hispana como una obra incluso más audaz en recursos técnicos y en expresividad que la oficial. Lupita Tovar emerge como icono, Villarías como un Conde extraño pero fascinante, y Pablo Álvarez Rubio como un Renfield insuperable.
En un mundo globalizado, esta película adquiere aún más valor: nos recuerda que el cine de terror no pertenece a una sola cultura, sino que se expande, se adapta, se reinventa en cada idioma.
Al final, lo que queda es la certeza de que Universal, en 1931, no creó un Drácula, sino dos. Y que en la penumbra de un rodaje nocturno, mientras Bela Lugosi descansaba, otro vampiro alzaba su capa para entrar en la historia. Dos películas, dos condes, dos miradas. La eternidad del vampiro se duplicó en Hollywood, y el español se convirtió en lengua inmortal del terror.
LA PELÍCULA EN IMÁGENES
FICHA TÉCNICA
Título original: Drácula (versión en español)
Año: 1931
País: Estados Unidos (Universal Pictures)
Duración: 104 min
Dirección: George Melford
Guion: Baltasar Fernández Cué (adaptación del guion de Garrett Fort, basado en la obra de Hamilton Deane y John L. Balderston y en la novela de Bram Stoker)
Fotografía: George Robinson
Montaje: Arthur Tavares
Reparto:
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Carlos Villarías (Conde Drácula)
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Lupita Tovar (Eva Seward)
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Pablo Álvarez Rubio (Renfield)
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Barry Norton (Juan Harker)
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Eduardo Arozamena (Van Helsing)
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Carmen Guerrero (Lucía Weston)
Productora: Universal Pictures
Estreno: 1931 (EE. UU. y Latinoamérica)